Escucha a tu cuerpo y entenderás tus emociones

© Natalia Romay Photography

Somos emociones, siempre tenemos una emoción que nos domina en cada momento, pero por raro que parezca no siempre somos conscientes de ello, aunque sea algo que ocurre en nuestro interior a veces, muchas, tenemos las emociones dormidas y no queremos o no sabemos entenderlas o interpretarlas. Todos sentimos emociones y vivimos conforme a ellas pero no siempre somos conscientes de que son lo que nos gobierna. Es como cuando vas en un barco, y no usas ningún tipo de motor o vela. La corriente siempre te llevará a algún sitio a pesar de que tu no te des cuenta de que el barco se mueve, si la corriente no es muy fuerte no la sentirás pero al cabo de unas horas te habrás desplazado bastante.

No hace falta ir en barco para sentir esto, ¿has ido alguna vez a la playa? Te estás bañando relajadamente, sin tener que luchar con las olas, el mar está en calma, pero a pesar de ello cuando quieres volver a tu toalla te das cuenta de que está varios metros más allá de donde la has dejado. Eres tú el que se ha desplazado, aunque no lo hayas notado, la corriente estaba ahí. Es como las emociones, están ahí y nos gobiernan, nos dirigen, pero no siempre somos conscientes de ello. Por eso, como en la playa cuando usas la toalla, o las sombrilla como referencia, es bueno tener un punto de referencia para reconocer las emociones que sientes en cada momento.

Las emociones sirven para todo. Nos dicen como nos sentimos, hacia donde tenemos que ir, en quien podemos confiar, qué debemos hacer y qué no… Las emociones son las que deberían guiar nuestras decisiones en lugar de hacerlo todo de forma tan racional. Si quieres saberlo todo acerca de tus emociones tienes que leer nuestro libro Cómo convertirse en un maestro de las emociones

Las emociones nos hablan constantemente, y tenemos suficientes síntomas en nuestro cuerpo como para no necesitar nada más. Pero no les hacemos caso. Las emociones tienen que ser escuchadas o de lo contrario siempre permanecen ahí y el síntoma que provocan no desaparece. Por ejemplo, imagina que sientes una emoción a la que no haces caso que acelera tu corazón. La tapas con otras cosas y el corazón se regula de nuevo, hasta que la emoción predominante del momento se relaja y surge esta de nuevo acelerando tu corazón, o cuando hay algo que te hace conectar con esa emoción, un olor, una imagen, un sonido, alguien que te dice algo… No sabes lo que es puesto que tampoco has hecho caso de esa emoción, pero el resultado en este caso es que nuestro corazón se acelera de nuevo. Y qué pasa con la acumulación de taquicardia, pues que el corazón poco a poco se estropea hasta que llega un día que enferma.

© Elena_Ocho

Si no eres capaz de interpretar, reconocer y prestar atención a tus emociones, nunca vas a ser capaz de gestionarlas y dejarlas marchar. Las emociones requieren atención, que les hagas caso, las atiendas y las entiendas. Solo así podrán marcharse. Por supuesto, tienes que hacerles caso. Si una emoción te dice que no eres feliz con tu pareja, por poner un ejemplo, tendrás que plantearte la vida con tu pareja, hacer algo para solucionar vuestra relación o dejar a tu pareja. Lo mismo con el trabajo, si las emociones te dicen cada día que no te gusta tu trabajo, si te pones enfermo, ahora hablaremos de ello, solo con pensar que tienes que ir a trabajar, deberás hacer algo para solucionar el problema que te lleva a sentir esas emociones o siempre van a estar presentes y vas a acabar enfermando, porque el cuerpo enferma cuando no haces caso de tus emociones.
Hay muchas enfermedades y problemas físicos que son claramente derivados de no reconocer tus emociones, de no hacerles caso. Los problemas musculares, por ejemplo, los dolores de cabeza, muchas problemas con el corazón, problemas digestivos, problemas para conciliar el sueño…
Hay estudios que relacionan directamente las emociones no escuchadas con las enfermedades físicas. Las emociones repetidas también generan problemas en el cuerpo, si escuchas tus emociones puedes hacer dos cosas con ellas: aceptarlas, siempre es necesario, no tienes que sentirte mal por sentir lo que sientas, perdón por las redundancias, si sientes miedo, tensión, ansiedad, ira, pena, lo que sea… no te castigues por sentirlo. Acéptalo y asume que hoy por hoy eres así.
En segundo lugar tienes que entender cuál es el origen de la emoción y trabajar su causa para evitar que la emoción que no te ha gustado vuelva a visitarte por la misma causa. Es lo que hablaba ante de dejar a tu pareja o cambiar de trabajo

Las emociones se sienten físicamente: las puedes sentir de manera muy clara, como cuando tienes miedo o estás en alerta que te bloqueas y te tiemblan las piernas, se te acelera el corazón, sudas, etc. O se pueden sentir de forma más discreta como un retortijón en el estómago, un leve dolor de cabeza, dolor de espalda, de rodillas… Dicen que cada dolor en el cuerpo responde a una emoción y habla de nuestros propios miedos. Por ejemplo dicen que las personas que tienen dolor de cervicales es porque no pueden mirar hacia otro lado que no sea al frente. Hay quien hila mucho mas fino y dice que si es el lado izquierdo el que te duele responde a una cosa y si es el derecho a otra. Lo que está claro es que las emociones afectan a nuestro cuerpo y que siempre tienen un síntoma físico que las acompaña. Si conoces tus emociones es mucho más fácil que reconozcas los síntomas de cada una. Imagina que tienes delante a 100 personas, a quien no conoces de nada, no vas a poder reconocerlas. Pero si te las presentan cuando las vuelvas a ver puedes recordar su nombre, cuanto más las conozcas mejor serás capaz de interpretar el estado de ánimo de esa persona y saber lo que le gusta. Así de fácil, para reconocer emociones primero hay que conocerlas y por eso tienes que leer nuestro libro Cómo convertirse en un maestro de las emociones.

 

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