Tú no eres tus pensamientos (3)

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Si nos has seguido estos últimos días ya habrás leído las dos primeras partes de este artículo. Si no lo has hecho te recomiendo que lo hagas, en el primero de ellos, hablábamos sobre cómo funcionan los pensamientos, que necesitan un entorno conocido para reproducir los recuerdos, los pensamientos se producen en cadena y cuando un pensamiento malo acude a tu cabeza, si encuentra un entorno favorable, iniciará una serie de pensamientos negativos encadenados que pueden alargarse durante todo el día y continuar al día siguiente. Seguro que lo has vivido. Quieres tener un buen día, pero te pasa algo malo y después todo sigue mal.

El el segundo artículo de esta serie queríamos demostrar que los pensamientos son independiente de ti. No siempre controlas lo que piensas. Ni siquiera puedes controlar pensar o no pensar. Los pensamientos van y vienen y es realmente complicado gestionarlos, como para pedir que los controles. Lo comprobamos en el artículo dos con una sencilla meditación que puedes hacer en un minuto y con la que comprobarás, que aunque no quieras los pensamientos llegan a tu cabeza o salen de ella, como sea.

La tercera parte de este artículo, una vez hemos comprobado que no tenemos el control sobre lo que pensamos ni cuándo los pensamientos vienen a nuestra cabeza, consiste en explicar precisamente el título del artículo: tú no eres tus pensamientos. Solemos necesitar este tipo de explicaciones cuando lo que pensamos no nos gusta, cuando nos lleva a actuar de un modo que no querríamos y cuando nuestra vida gira entorno a un negativismo constante. Aunque entiendas y practiques lo que exponemos en esta serie de artículos es necesario que refuerces tu autoesima ya que después de mucho tiempo de pensamiento negativo es imposible que esté intacta. Aunque no sientas que tienes problemas de autoestima te recomiendo nuestro curso Cómo aumentar la autoestima con el que obtendrás herramientas para superar los momentos de bajón y no castigarte a ti mismo de forma innecesaria en el futuro.

Después de comprobar que los pensamientos crecen fácilmente en un entorno favorable a ello y que no podemos controlar lo que pensamos ni cuándo lo pensamos lo que tenemos que hacer es entender y aceptar que no somos lo que pensamos.

Lo has comprobado al intentar mantener la mente en blanco y ver qué era imposible. A veces son pensamientos que se cruzan y otras directamente te pones a pensar en otra cosa. Es decir a algunos pensamientos les haces caso y a otros les dejas pasar, pero no por ello dejan de estar ahí, de venir a visitarte.

Tú no eres lo que piensas pero eres lo que haces con tus pensamientos, la forma en la que actúas, lo que dices y lo que haces después. Me gusta explicarlo comparando los pensamientos con el clima, un día puede llover mucho y tú no eres nadie para evitarlo.

Cuando llueve tienes varias opciones, te voy a dar unas cuantas pero seguro que se te ocurren muchas más: puedes disfrutar como un niño mojándote con el agua y sentir alegría, libertad, qué se yo… puedes usar un paraguas y tratar de no mojarte, puedes quedarte en casa sin salir disfrutando de la buena temperatura de tu hogar y viendo cómo se mojan los cristales o puedes quedarte en casa enfadado por no haber podido cumplir los planes que tenías. Por último, puedes salir a la calle y mojarte sin disfrutar del paseo y pasar el resto del día mojado y lamentando el frío y la incomodidad que sientes.

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Tus pensamientos son como esa lluvia y lo que hagas con ellos es lo mismo que puedes hacer en un día lluvioso, o soleado o con mucho viento, da igual. Como dice un dicho popular «no siempre llueve a gusto de todos». A unos les vendrá bien que llueva y a otros no, pero el caso es que tu día dependerá de cómo afrontes esa lluvia. ¿Verdad?

Con los pensamientos ocurre lo mismo. No puedes evitar que estén ahí, que te parezcan oportunos o molestos, que te apetezca pensar en ello o que sea lo último que querrías pensar. Lo que sí puedes hacer es decidir cómo te enfrentas a ellos. Como antes tienes varias opciones: ignorarlos, usarlos para disfrutar de ellos, ponerte de mal humor, darles una vuelta o dejar más espacio para que haya más pensamientos como los que acabas de tener, funciona con los buenos y los malos pensamientos. Si el entorno es favorable los pensamientos, de un signo u otro crecerán. Por tanto lo más adecuado que puedes hacer es tratar de crear un entorno favorable en tu cabeza para aprender a llamar a más pensamientos positivos y disminuir los pensamientos negativos.

Lo más complicado de todo es aprender a ignorar los pensamientos. Es importante no darle vueltas a las cosas. Piensa las cosas una vez y no te recrees en ello. Si alguien hace algo que te molesta no lo pienses durante más de dos minutos. Ponte un límite al tiempo para pensar. Pero como ya hemos visto es súper complicado evitar que los pensamientos vuelvan o que sean recurrentes. La meditación ayuda mucho, reforzar la autoestima es básico y cada persona tiene una serie de cosas que le funcionan bien o mejor que a otras. Simplemente se trata de que aprendas qué es lo que te ayuda a no pensar.

Y no creas que descubrirlo es fácil, se trata de encontrar cosas en las que tu concentración tenga que ser tan grande que te eviten pensar en otra cosa, como cuando aprendes a conducir. Mucha gente va al gimnasio para eso pero es fácil pedalear en una bici estática y seguir pensando en tus problemas. Lo difícil es montar un caballo y seguir pensando en tus problemas, si lo haces es posible que el animal se desboque. Tienes que encontrar algo que requiera tu atención, que te guste y te apasione y usarlo como válvula de escape para apagar los pensamientos.

Mientras, la meditación y reforzar la autoestima te ayudarán a conseguir pensamientos más positivos. Es un trabajo duro y que requiere un esfuerzo pero el resultado vale la pena. Los primeros pasos los encontrarás en nuestro curso Cómo aumentar la autoestima.

 

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