Criticar y culpar a los demás

La mayoría de nosotros, en alguna oportunidad criticó o culpó a alguien. Analicemos los efectos de culpar a los demás.

En primer medida, la primera reacción que obtenemos al culpar es alguna serie de razonamientos con los que la persona a la que culpamos intenta justificar sus actos. Incluso llega a justificarse a si mismo por los actos de los cuales se lo culpa y mantienen con firmeza su inocencia.

Es un hecho. Noventa y nueve de cada cien personas nunca se critica o culpa a si mismo, por mas grande que sea su error.

Si culpamos o criticamos a alguien, pondremos a la otra persona a la defensiva y lo normal es que trate de justificarse. La crítica es peligrosa porque lastima el orgullo, hiere y despierta resentimiento.

Culpar

Por medio de la crítica no podemos provocar cambios duraderos. En cambio, es posible que culpar o criticar puede desmoralizar a los empleados, miembros de la familia, amigos y así no lograremos modificar o corregir la situación que se ha criticado.

Si queremos despertar un resentimiento que puede perdurar mucho tiempo, e incluso para siempre. No tenemos más que criticar o culpar a alguien. Con eso basta, por más seguros que estemos de que la crítica o culpa es justificada.

Cuando tratamos con la gente debemos tener siempre presente que estamos tratando con seres emotivos, impulsados muchas veces por el orgullo y la vanidad. ¿Porque herir esos sentimientos criticando o culpando?

Cualquiera puede criticar, culpar, censurar y quejarse. Pero no es un buen camino si deseamos mejorar nuestra comunicación con los demás.

Es mejor intentar comprender la conducta que criticamos y ser capaces de perdonar. ¿O acaso somos nosotros tan perfectos como para juzgar la conducta ajena?

Analicemos un estudio científico. Se comprobó con animales, que premiando la buena conducta aprenden más rápido y retienen lo enseñado con más eficacia que si se castiga la mala conducta.

Posteriormente se probó la teoría con seres humanos y los resultados fueron idénticos.

Criticar

Entonces, si lo que queremos es vivir en armonía con los demás, no debemos criticar, culpar, condenar o quejarnos de las conductas que creemos erróneas.

En lugar de ello, es mejor tomarse un tiempo para realizar un análisis detallado de la situación y buscar la manera de comunicarnos con la otra persona sin herir sus sentimientos.

En la mayoría de los casos basta con hacerle saber al otro que es lo que nos molesta y porque. Debemos hacerle sentir que lo que le decimos es por su bien o por el bien común. Debemos intentar que comprenda que es lo que hace mal y ofrecerle nuestra ayuda y apoyo. Intentar que el otro analice su propia conducta y que intente modificarla es mejor que culparlo por los resultados, despertando entre ambos una tensión que puede llegar en muchos casos a arruinar de por vida relaciones de muchos años.

Esto lo aprendí a lo largo de 5 años trabajando como jefe de personal de una empresa con 180 empleados. Cada vez que un empleado cometía un error y yo se lo mostraba de mala manera, con críticas, culpándolo incluso de cómo su conducta afectaba a sus compañeros de trabajo, lo único que ganaba era un enemigo. En la mayoría de los casos, ese empleado terminaba haciendo un juicio legal contra la empresa, aún sabiendo que no tenia la razón y que no llegaría a nada legalmente.

En cambio, intento la mayoría de las veces mantener un buen diálogo con los empleados. Si alguno comete un error, lo primero que hago es explicarle que si cada uno no hace lo que le fue encomendado, es imposible trabajar. En la mayoría de los casos llego a conocer la situación de cada uno fuera de la empresa para intentar entender su comportamiento o falla dentro del trabajo. Me preocupo por ellos, intento enseñarles, logro que sientan que el jefe de personal no es un ogro sino alguien que trabaja junto a ellos y a cambio obtuve buenos resultados laborales.

Y esto mismo lo aplico a mi vida privada. A veces ciertas situaciones familiares nos llevan a culpar o criticar a seres queridos y solo logramos varios días de enojo. Intento por todos los medios evitar estas situaciones, tomándome el tiempo para analizar en que puedo ayudar para lograr la armonía dentro de casa.

En conclusión: no critiques, no juzgues, no culpes. En lugar de eso trata siempre de hacer ver al otro sus errores de una manera amigable. Veras como tu vida se vuelve más tranquila, con menos enemigos, con tu familia más cerca de ti, y contigo mucho más tranquilo al saber que no hieres gratuitamente a los demás.

Vale la pena intentarlo.