El enojo es otra de nuestras emociones. Como todas ellas, no tiene que ser una emoción negativa, si sabemos gestionarla. Es un problema cuando lo convertimos en enojo tóxico. Nos sirve o nos ayuda a estar en lucha para superar nuestros obstáculos. Enojándonos somos capaces de conseguir la fuerza y las razones para avanzar. Pero es algo muy negativo si permitimos que se quede dentro de nosotros y no sabemos canalizarlo para librarnos de él.
Las emociones son muy importantes, nos hablan de lo que sentimos, de qué esperamos, lo que nos gusta, nos disgusta o nos hiere. Es importante saber manejar las emociones, saberlas observar, reconocer, entender qué nos quieren decir y, por último dejarlas marchar. Si quieres saber más sobre las emociones te recomiendo nuestro libro Cómo convertirse en un maestro de las emociones, en el que te ayudaremos a identificarlas y a entenderlas para sacar el máximo provecho, tanto de tus propias emociones como las de otros.
Muchas personas que sufren el enojo tóxico son consideradas violentas. La violencia puede ser verbal o física, no hace falta que vayas rompiendo cosas o pegándole a la gente para tener una actitud violenta o para que los demás te vean así.
La violencia es una de las muchas formas de expresar el enojo, es más habitual cuando el enojo es tóxico, pero que no respondas nunca de forma violenta no quiere decir que no sufras enojo tóxico ni que sepas canalizar bien tus emociones.
Si respondes habitualmente de forma violenta o siempre sientes que tienes motivos para estar enfadado con alguien, aunque solo lo sepas tú, te recomiendo que analices bien tus emociones y trates de descubrir si estás afectado por este tipo de emoción tóxica. Tu vida puede cambiar mucho cuando lo superes.
Como decía antes el enojo es algo necesario para darnos fuerza en muchas ocasiones para tener la determinación necesaria para hacer algo. Piensa si algo que no te molesta, ni te preocupa, ni consideras necesario te llevaría a actuar de la misma manera que algo que te molesta, te preocupa o consideras necesario. No, ¿verdad?. El enojo es la chispa necesaria, es la muestra de que algo nos importa y nos lo han tocado.
Ahora bien, piensa si por todas las cosas que te enojas son tan importantes. Lo más probable es que no, que si lo miramos con frialdad aquello que muchas veces nos hace enojar en realidad no nos importa. Simplemente saltamos. No sabemos ni cómo ni porqué pero saltamos. Cambiamos el chip. O lo que es peor, siempre estamos enojados y por eso todo nos molesta.
Cuanto mayor sea tu frustración más enojado estarás. Harás culpable a todo lo que te rodea de lo que te pasa. No eres capaz de ver que la solución a tus problemas la tienes solo tú. Muchas veces la gente no es capaz de solucionar sus problemas y se plantean una dificultad mayor para poder superarlos.
Pensar en que es mayor te hace pensar más en grande y cuando vuelves a la realidad puedes ver que casi no tienes ningún problema, o haber encontrado la solución para un problema más grande te hace ver que puedes superar perfectamente el pequeño.
Hay personas que ven los obstáculos no son impedimentos como una motivación. Es algo a superar. Y eso, al fin y al cabo, es de lo que se trata la vida, ir superando obstáculos para continuar nuestro camino, ¿no?.
En cambio para otros los obstáculos son impedimentos, algo que se interpone entre ellos y el objetivo y contra lo que desatan su rabia, frustración y enojo.
¿Cuántas veces has considerado un obstáculo algo que en realidad no lo era?
Las personas con enojo tóxico suelen considerar obstáculos cualquier cosa que les ocurra. Si van camino del trabajo y se estropea el tren se enojan. Llegan tarde y están todo el día de mal humor. Por no hablar de cómo tratan a los demás para dar salida a su ira y a su frustración.
Pero, ¿realmente que el tren se retrase es algo con lo que podemos luchar? Obvio que podríamos haber salido antes de casa y tomar otro tren, pero que ocurran estas cosas no es culpa de haberse despertado cinco minutos más tarde o del que te quitó el ascensor para bajar al andén y que hizo que no llegaras al tren anterior. Sí, estas cosas pasan y si te empeñas siempre puedes buscar excusas como esta para justificar tu enojo.
Puedes aprender de la experiencia, pero en este caso el enojo no te sirve de nada. Hay que aprender a diferenciar o a relativizar sobre lo que realmente tiene importancia. Cuando vivimos bajo el enojo tóxico todo son motivos suficientes para enfadarse y quedarse con ese sentimiento que, además, justifica que seamos desagradables con los demás o que les gritemos, por ejemplo.
Creo que ya entiendes un poco a qué me refiero. Pues tienes que saber que este tipo de personalidad, en general todas las emociones tóxicas, necesitan ser alimentadas para poder crecer y mantenerse. No te olvides de que las llamamos tóxicas por algún motivo.
Si eres de los que vive enojado permanentemente y dices aquello de «yo no estoy enfadado, soy así» o «no me enfado, es que soy muy vehemente» es que sufres de enojo tóxico. Es habitual negarlo ya que no somos conscientes de ello. Las emociones tóxicas necesitan alimento y una persona con enojo tóxico necesita alimentar los motivos o las razones para justificar ese enojo. Por ello siempre les ocurren cosas y parece que todo les pasa a ellos. Pues no, no es que todo les pase a ellos es que a los demás no les afecta, no vas a creer que todo te ocurre a ti.
A todo el mundo le ocurren cosas pero la diferencia entre sufrir emociones tóxicas y no sufrirlas es que las personas que las sufren las alimentan con cosas negativas, que se consiguen donde sea. Por tanto que se estropee el tren para unos es una anécdota sin importancia y para otros es la razón por la que hoy también están enfadados.
Controlar las emociones es básico para vivir una vida psicológicamente saludables, y no me refiero a controlar por reprimirlas. Saberlas reconocer, aceptar y canalizar es básico. Por ello te recomiendo nuestro libro Cómo convertirse en un maestro de las emociones, con el que aprenderás a reconocerlas, canalizarlas y utilizarlas de forma positiva.