Empezaremos este artículo definiendo qué son las emociones tóxicas. Una emoción tóxica hablando llanamente es aquella que no puedes digerir y que de un modo y otro termina haciéndote daño.
En general las emociones consideradas tóxicas son las que llamamos negativas, aunque prefiero llamarlas desagradables. No me gusta considerar negativo nada de lo que podemos sentir. Creo que un buen modo de enfocarlo es prestando atención a lo que sentimos, y si no nos gusta tratamos de cambiarlo.
No lo etiquetamos de negativo. Dar por hecho que hay cosas negativas que no podemos sentir ya nos inclina al rechazo de nuestras emociones y a la no gestión o trato con indiferencia en alguno de los casos o ensañamiento de la emoción en otros.
Sobre las emociones hay mucho que decir. Las aprendemos a controlar y a conocer cuando somos pequeños, pero a menudo no lo hacemos de forma correcta. Cuando a un niño se le dice que no llore que los niños no lo hacen se le está reprimiendo. Cada vez que le decimos a un niño que no se enfade se le está diciendo que enfadarse es malo y que no debe hacerlo. Se le está reprimiendo.
Cuando desde niños nos reprimen y nos dicen que no es bueno estar enfadados lo que aprendemos a hacer no es a no enfadarnos por las cosas sino que aprendemos a no mostrar nuestro enfado. Con lo que tenemos varios problemas:
- Por una parte es una emoción mal gestionada y mal canalizada.
- Por otra parte al no aceptar el enfado ni comunicarlo no podremos evitar que esa situación se repita en el futuro. A veces es tan sencillo como saber decirle a otra persona «esto que haces me molesta» para evitar que vuelva a ocurrir.
Qué pasa con las emociones?
Una emoción es la consecuencia de una acción que nos afecta. Cuando nos pasa algo lo habitual es que se derive una emoción de ello. Las emociones son necesarias para decirle a nuestro cerebro qué tiene que hacer en cada caso. Si la acción que desencadena nuestra emoción es un incendio, por ejemplo, la emoción que sentiremos será el miedo. El cerebro sabe cómo actuar en caso de sentir miedo y es despertando todos nuestros sentidos y preparándonos para huir y salvar la vida.
No te has sorprendido nunca actuando de manera heroica o muy hábil en situaciones de máxima necesidad. El cerebro sabe lo que hay que hacer.
Pero qué pasa si reprimes etas emociones? Pues como veíamos antes que no solucionas el problema que tienes ni lo evitas en un futuro y que la emoción no pasa por ti sino que se queda dentro de ti.
Con las emociones hay que ser observador, tenemos que reconocerlas, aceptarlas, vivirlas pero hay que dejar marcharlas.
El problema de no reconocer una emoción es que no la aceptas, no la procesas y por tanto no puedes dejar marcharla. Dicen que muchas enfermedades son causadas por problemas emocionales. Algunas emociones se incrustan de tal manera que terminas enfermando. Y no es un modo de hablar. Hay gente a quien el corazón late a mil por hora pero que jamás confesará que está enfadado, no va a soltar la adrenalina de ninguna manera y eso al final le puede llevar a sufrir un problema coronario.
Por no hablar de tensiones musculares varias. Es un hecho que no solo las malas posturas nos tensan. Aguantar emociones sin aceptarlas nos lleva a contraer determinados músculos de forma inconsciente y eso nos lleva a problemas cervicales, lumbares, de espalda…
No has oído nunca hablar del síndrome del colon irritable? Es una enfermedad física pero que tiene un origen emocional. Los nervios afectan a estas personas de esta manera. El sistema se acelera o varia en función de la emoción que sintamos, por eso es básico saber reconocerla y dejarla marchar. Aceptarla y tratar de hacer algo para cambiarla si lo consideramos necesario.
Que haya cosas que no pongan nerviosos o nos den miedo debería ayudarnos a prepararnos mejor a ser más conscientes de los riesgos pero evitándolo y no reconociéndolo solo conseguimos que la emoción se quede en nuestro interior y rebote en nuestros órganos como hace una avispa que acaba de entrar por una ventana y no encuentra la salida. Entró pero no encuentra el camino y choca con el cristal una vez tras otra hasta que te das cuenta y abres un poco más la ventana para que encuentre el camino de salida.
Las emociones son así. Entran, se quedan momentáneamente y se van.
Es básico no dejarnos vencer en exceso por ninguna emoción. Y sí, es cierto que hay emociones que no son tan deseables como otras pero no puedes permitir que se enquisten dentro de ti y te perjudiquen a largo plazo.
El odio, por ejemplo es una de las emociones consideradas negativas y que puede llegar a convertirse en tóxico. Ni puedes permitirte odiarlo todo y a todo el mundo ni puedes negar que a veces sientes esa emoción. No tienes por que ser contra alguien. Puede que odies el tabaco, es totalmente lícito. No lo reprimas y vive de acuerdo a tus necesidades. Si odias el tabaco no entres en un sitio donde la gente esté fumando, no permitas que nadie lo haga en tu casa, selecciona a tus amigos y si alguien pregunta en tu presencia si puede fumar di que no.
Acepta lo que sientes y no le des más vueltas. No aceptarlo, no decirlo en voz alta, no expresar que no te gusta que la gente fume te llevará a aguantar una reunión con varias personas fumando, con el mal humor que eso te comportará, y los problemas de salud que se pueden derivar de ello.
Aceptar las emociones es básico, si no nos gusta lo que sentimos podemos trabajar para ver las cosas de distinta manera y conseguir que eso no nos disguste de ese modo o bien podemos aceptarlo y tratar de evitar esas situaciones.
La vida sana empieza por tener una buena salud mental y saber reconocer tus emociones y gestionarlas para dejarlas marchar evitará que te intoxiques con ellas y que lleguen a producirte daños físicos en un futuro.
Para controlar las emociones y saber cómo aprender a influir en las de los demás te recomiendo nuestro libro Cómo convertirte en un maestro de las emociones