Soy demasiado llorona

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Hoy tocaremos un tema que a mi me parece delicado. Sobretodo por lo complicado que es para muchos distinguir entre lo normal, lo sano o saludable y lo que ya es pasarse de la raya. Los límites para cada uno pueden estar en un sitio distinto y dependerá mucho de la educación que nos hayan dado, de nuestro carácter y de algunas otras cosas que consideremos que una persona llora demasiado o que entra dentro de la normalidad.

Para empezar voy a decir que llorar es bueno, no va el artículo orientado a lo que muchos oímos desde pequeños: los hombres no lloran, sé fuerte y no llores y cosas por el estilo. Repito: llorar es bueno, pero no siempre es bueno llorar por todo y una cosa es ser emocionalmente sensible y que se te humedezcan los ojos cuando te afecta algo y otra cosa es llorar por todo. Ya sabes, hay personas que siempre lloran, parece que si no lo hacen las cosas no las están afectando.

Como muchas otras emociones, el llanto también puede ser tóxico. Tenemos un libro ideal para conocer las emociones y poder enfrentarse a ella de la forma más saludable: Cómo convertirse en un maestro de las emociones. Con este libro aprenderás a gestionar tus propias emociones, pero también aprenderás los mecanismos que tienen para poder usarlas en los demás.

Si la gente te lo dice o tú misma piensas soy demasiado llorona, es que no usas el llanto de manera sana. Se puede llorar, se tiene que llorar, pero por las cosas que lo merecen. El llanto es liberador. Cuando uno llora está dando salida a las emociones que lo provocan. Llorando vaciamos esa emoción y podemos pasar a una nueva etapa.

No voy a decirte que dejes de llorar cuando has perdido a alguien, como digo, hay llantos necesarios. No llorar sería un problema. Sobretodo si tienes una emoción dentro que no dejas salir. Pero llorar y hacerlo por todo, eso es un problema.

Hay personas a quien les gusta llorar. Escuchan música que les hace llorar y ven películas que no pueden disfrutar sin un pañuelo en la mano. Provocan su llanto generando emociones que les lleven a ello. Algunas de estas personas sólo pueden llorar en el cine, o viendo una película, no son capaces de llorar en la vida real  y necesitan provocarse estas emociones para ser capaces de sacar las que se les han quedado dentro.

Pero hoy quiero hablar de aquellos a quienes gusta llorar, o aunque no les guste, de aquellos que lloran como respuesta a sus problemas y como solución a lo que les pasa. Los que han aprendido que llorar les trae cosas positivas y no conocen otra manera de conseguirlas.

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Por ejemplo podemos pensar en aquella persona que llora para conseguir que los demás hagan algo que ellos quieren. Es decir, lloran de forma manipuladora y manipulan emocionalmente a los demás. Lo hacen de forma consciente. Estas personas lo que deberían hacer es tratar de dejar de manipular a los demás, aunque para que ello sea posible deben aceptar que lloran para manipular.

Otro tipo de llanto no recomendable es el asociado a la frustración. De pequeños aprendemos a reaccionar ante las distintas cosas que nos pasan. Nuestros padres nos ayudan y enseñan a superar situaciones y a gestionar nuestras emociones.

Es normal en los niños pequeños llorar cuando se sienten frustrados y es un gran error por parte de los padres consolar a los niños en lugar de enseñarles a superar la frustración. La frustración es algo que se tiene que aprender a superar desde pequeño. Todos nos sentimos frustrados cuando no conseguimos alguna cosa. Pero hay personas que a la primera de cambio tiran la toalla y se limitan a sentir la frustración. Lloran pero no hacen nada positivo para solucionar esa situación.

Es evidente que hay situaciones insuperables y es entonces cuando debemos entender y aceptar la frustración. El problema si eres una persona de las que dice: soy demasiado llorona, es que en cuanto algo les sale mal dan paso a a frustración sin darse segundas oportunidades. Esto lo vemos en los niños pequeños. Algo no me sale, lloro.

Lo normal es que si algo no te sale lo vuelvas a intentar, no te quedes con la frustración y la sensación de que no puedes hacerlo. Llorar es el final. Cuando lloramos antes de tiempo estamos cerrando puertas a superar la situación, o por lo menos lo estamos retrasando.

Es cierto que muchas personas dicen que necesitan tocar fondo para poder darse impulso y subir de nuevo, pero si lo piensas bien es un paso innecesario en muchas situaciones y lo único que consigues haciendo esto es alejarte de tu objetivo.

Tenemos que aprender a superar la frustración, a cambiar esta emoción por decisión, insistir en lo que queremos conseguir sin dejarnos caer en la frustración, eso ya forma parte de reconocer que no podemos y si pensamos que no podemos hacer algo, realmente no podremos.

Otro tipo de llanto es el emocional, alguien que se emociona por todo y llora. A menudo lloran sin que los demás sepan los motivos. Son las típicas personas a quien cuentas algo y lloran o que no pueden contener las lágrimas cada vez que te cuentan algo desagradable o triste. El problema es que este tipo de personas sólo ve la parte negativa de las cosas. Hace que en su interior se generen pensamientos negativos que la llevan a llorar. De pequeños aprendemos que al llorar nos hacen caso y nos regalan amor y compasión.

De adultos eso ya no funciona pero es el modo de reaccionar que tienen muchas personas cuando necesitan que los demás les presten atención.

Si eres de las que se emociona por todo y se pone triste con facilidad, pero que no usa el llanto deliberadamente para manipular emocionalmente a los demás, tienes que analizar qué es lo que pasa por tu cabeza cuando lloras, qué es lo que pretendes conseguir.

El llanto surge de una emoción, si conoces tus emociones a fondo y sabes cómo enfrentarte a ellas «en directo» no tendrás que llorar en «diferido» para canalizarlas. Sólo conociendo las emociones seremos capaces de reconocerlas y saber cómo gestionarlas. Las emociones están para que las escuches, tienes que hacerles caso en el momento, no aplazar su gestión para más tarde, entonces se quedan dentro de nosotros y se convierten en tóxicas.

Te recomiendo nuestro libro Cómo convertirse en un maestro de las emociones con el que aprenderás todo sobre cada una de las emociones, insisto en que conocerlas es la mejor manera de gestionarlas. Acéptalas, vívelas, siéntelas y deja que se marchen. Cada momento requiere una emoción nueva, no las acumules, vívelas de una en una.

 

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