Le diste lo mejor de ti y aún así se fue

En este artículo hablo sobre el grave problema de darlo todo en una relación, tan sólo para ver cómo la otra persona se aleja de ti. Cuando amas de verdad, es muy usual que des cada vez más de ti a la otra persona, sin importar si se lo merece o no. Sin embargo, desde ese preciso momento, empiezas a perder a esa persona.

Te preguntarás: «¿cómo alguien a quien estoy dando un amor incondicional querer otra cosa?». Y es porque el amor debe fluir en ambas direcciones para florecer.

Cuando sólo uno de los involucrados en una relación invierte emociones y esfuerzos, se crea un desequilibrio que suele resultar en la pérdida gradual del interés por parte de la otra persona.

Este desequilibrio fomenta la distancia emocional, y la solución no es amar más, ni esforzarte más, ni dar más de ti todavía… sino motivar a la otra persona a esforzarse por mantener vuestra conexión.

Es fundamental que comprendas que el amor no es estático; requiere de esfuerzos constantes por ambas partes. Si permites que la balanza se incline demasiado hacia un lado, corres el riesgo de que la otra persona deje de valorarnos y, en última instancia, deje de amarnos.

A menudo, cuando nos damos cuenta de que estamos recibiendo menos de la otra persona, intentamos corregir el rumbo. Cambiamos nuestro comportamiento, damos regalos, estamos más pendientes de las emociones del otro, etc. Pues modificar así nuestra esencia por amor tiene consecuencias negativas.

Aunque creas que al mejorar para ser una mejor pareja fortaleces la relación, en realidad, estás arriesgando el amor que inicialmente os unió. Y además, el cambio en la esencia de tu comportamiento alterará la percepción de ti de la otra persona, dejando de ser la persona de la que se enamoró, llevando por tanto a la pérdida de su afecto.

En la búsqueda de una relación estable, a menudo caemos en la trampa de evitar cualquier atisbo de caos. Sin embargo, sorprendentemente para muchos, la estabilidad extrema puede volverse aburrida, y llevar al declive de la conexión emocional.

Las relaciones saludables requieren un equilibrio entre estabilidad y caos. Introducir un componente de inestabilidad, de límites, de conversación y de espacio hará que la relación se sienta viva y la otra persona se comprometa más.

El amor florece más cuando existe la posibilidad de perder al otro, creando un lazo más fuerte.

En el complicado mundo del amor, la clave no solo radica en dar, sino en dar y recibir de manera equitativa. Elegir bien a nuestra pareja implica buscar la lealtad, la fidelidad y la sinceridad, observando cómo actúa y cómo te trata más allá de las apariencias y de las palabras.

El amor incondicional debe ir siempre de la mano con la reciprocidad. Aprende a enamorarte de cómo te tratan, en lugar de basar tu amor en cómo percibes a la otra persona, o de dar todo de ti a la otra persona cuando la otra persona no lo hace. Esto es clave para construir relaciones duraderas y saludables.

Prácticamente, si sabes hacer esto bien, puedes enamorar a cualquier persona y hacer que actúe contigo bien. El cómo sea la otra persona influye en cuánto te costará lograrlo, pero poderse se puede.

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