Estados de ánimo

Los estados de ánimo dependen y van variando según la mente. Esta es el factor que guía y manda sobre el por qué, el cuándo y el cómo nos sentimos o nos podemos llegar a sentir.

El enchufe que funciona como unión entre el cuerpo y la mente permite que los pensamientos y las emociones se pongan en acción y se dibujen en nuestro cuerpo, como último factor de dicha cadena; haciendo, o más bien, llevando nuestros estados de ánimo.

La mente es la única y gran fuerza que tiene la capacidad de cambiar de un estado de ánimo a otro sin un tiempo determinado; cuando esto sucede todo lo que realmente tiene que ver o le rodea cambia también, sin tiempo.

Como acabo de comentar, la gran fuerza de la mente es la que guía al cuerpo y éste le acompaña. Las emociones simplemente son el transcurso del dibujo para reflejarse en el rostro de cada persona.

El control de los estados de ánimo

Hay muchas personas que tras el trabajo y la práctica tienen desarrollada la capacidad de poder cambiar de estados de ánimo con más facilidad, y así pueden experimentar los vaivenes de su existencia, sin sentir bloqueos ni atascos en alguna emoción. Esto puede hacer que no simplemente podamos llegar a reaccionar frente a lo que nos pasa, sino que también podemos influir en nuestros estados de ánimo, controlarlos y cambiarlos; porque simplemente dependerá de nosotros mismos, de nuestro interior.

Los estados de ánimo son factores que normalmente se almacenan en nuestra memoria. Eso quiere decir que podemos volver a sentir cualquier sentimiento que hayamos sentido en un momento determinado, simplemente con el recuerdo de dicho momento. Igualmente si el sentimiento era negativo como: miedo, tristeza, angustia,… O positivo como: felicidad, amor, alegría…

Los seres humanos tenemos la capacidad de saber qué estado de ánimo puede tener la persona o las personas que están en nuestro entorno. Porque simplemente con observar sus actos y acciones, con mirarles detenidamente, con estudiar sus palabras y con el reflejo de su mirada, ya que como se dice, la mirada es el espejo del alma; podríamos saber y entender la situación o estado de ánimo en el que se encuentra o se encuentran dichas personas.

Una persona expresa con todo su cuerpo si está enojada, deprimida, agobiada, feliz, alegre, etc. Y hasta cuando está mintiendo. No necesariamente hay que ser un especialista para darse cuenta de estas reacciones o sentimientos. Únicamente hay que prestar atención a las señales que emiten los cuerpos.

Al igual que esto debemos entenderlo, también tenemos que intentar ayudarles sin que realmente influya en nuestro propio estado de ánimo. Porque estos estados negativos podrían contagiarnos y afectarnos de lleno a nosotros mismos.

En las relaciones cercanas o interpersonales llegar a intentar o interpretar estas señales, entenderlas y saber reaccionar ante ellas puede llegar a fortalecer y unir los vínculos entre las personas. La clave de todo ello es que hay que entendernos a nosotros mismos y entender a los demás.

Tenemos que aprender a desconectar los estados de ánimo negativos que nos provocan ciertas actividades y situaciones, que nos condicionan, nos perjudican y nos perturban todas las áreas de la existencia. Al igual que no debemos mezclar dichas situaciones para que no nos afecten aún más todavía; por ejemplo: no contaminar nuestra vida familiar con el trabajo, o el trabajo con nuestra vida sentimental  y así sucesivamente.

La lógica de dicho control sería buscar y realmente llegar a encontrar la cordura y el verdadero equilibrio de todo ello, para así poder hacernos dueño de nuestros estados de ánimo.

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