Hace unos días veíamos en otro artículo cómo se presenta la frustración. Es una mezcla de sensaciones diversas que podríamos definir como rabia, tristeza, pena, furia… Una persona que siente frustración siente, por un lado, que está enfadada por no haber logrado lo que quería y por otra la pena por lo mismo.
Cuando alguien siente frustración puede no saber reconocerla, ya que se enmascara bajo otras emociones, como decía antes, pero aunque te sientas enfadado lo normal es que aprendas a diferenciar un simple enfado de la frustración. La impotencia o la rabia suelen acompañarse, si se lo permites, de sensación de pena, de tristeza o de pérdida.
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Las personas que no saben aceptar la frustración son muy diversas van desde alguien a quien de niño no faltó absolutamente de nada a quien vivió todo lo contrario. En un caso la frustración no fue algo vivido de niño por lo que como adultos no saben cómo afrontarla y en el otro es justo lo contrario, fue tanta la frustración que esa persona ha decidido no dejar espacio para esa emoción nunca más en la vida.
De resultas de esto, las segundas personas suelen ser personas sin sueños ni aspiraciones que viven enfadadas con el mundo y que no esperan nada de nadie. Son amargas y están convencidas de que todo el mundo les va a fallar, ven la vida como una jungla en la que sobrevivir es el único plan que tienen.
Las personas que jamás vivieron frustradas suelen ser personas mucho más dependientes. El no haber luchado de niños con la frustración, no tuvieron la oportunidad de superarse y de luchar por conseguir las cosas. No saben como hacerlo. De este modo creen que el resto de personas tienen la responsabilidad para terminar con sus problemas. Siempre ha sido así. Y entonces de adultos descubren que las cosas no funcionan de este modo y que tienes que ser una persona totalmente independiente para poder vivir la vida de forma feliz y plena. Depender de otros siempre es una mala idea.
Alguna vez lo he oído como crítica a alguien, «mira que digno, cuando debería estar frustrado». Y no puedo estar de acuerdo en ver esto como algo negativo. Yo creo es mejor partir desde esta base: digno, no frustrado para superar los malos momentos y aprender de ellos.
La dignidad es de las pocas cosas que cuestan mucho de quitar a una persona. Al final si alguien la pierde es porque ha decidido que así sea. La dignidad puedes no abandonarla nunca. Así pues, vivir de forma digna y acorde a lo que te pasa es mucho más inteligente que vivir ocultando la frustración o arrastrando más tiempo del necesario esa sensación que te paraliza.
Como digo la frustración puede llevar a la depresión, te sientes paralizado, no sabes qué camino elegir. Cuando aceptas que algo por lo que has estado luchando no va a suceder o ya no lo vas a tener más puedes sentirte huérfano o vacío. Pero no dejes que esta sensación de llene demasiado tiempo. Como se dice habitualmente debes sacar fuerzas de flaqueza, aprender a valorar lo positivo de todo lo que has hecho, de lo que has aprendido y quedarte con la dignidad por lo menos de haberlo intentado.
Vivir frustrado implica en algún modo, poco o mucho, rechazarse a uno mismo. Aprender a quererse o a quererse de nuevo, es por tanto, un paso importante que todos tenemos que hacer.
Para ello aprenderemos a no depender excesivamente de nadie, a ser nosotros mismos y a disfrutar con nuestra vida, nuestra presencia, nos podemos convertir en lo que nosotros queramos, solo tenemos que darnos tiempo, paciencia y herramientas para conseguirlo. Como digo siempre si quieres cantar tendrás que practicar mucho, acudir a clases de canto y prepararte. Y por supuesto aprender a aceptar que no siempre somos lo que queremos. Si uno no tiene voz de tenor no va a poder serlo por mucho que se empeñe. Tener dignidad forma parte de ello. Así que recuérdalo: digno, no frustrado.
No hagas el ridículo empeñándote en algo que todos ven que no es lo tuyo. A veces aunque lo sea, aunque fueras el mejor tenor del mundo, sigo con la misma metáfora de antes, no te serviría de nada si vivieras en una comunidad en la que todos son sordos. A menudo para cumplir los sueños tenemos que alejarnos de lo que somos o de nuestras raíces y eso es algo que no todos estamos dispuestos a hacer.
Así que si este es tu problema asume que otros sueños o otras necesidades pesan más que la que te hace sentir frustrado y acepta con dignidad que es el camino que elegiste. Si en lugar de marcharte a perseguir un sueño te quedaste a vivir tu vida no culpes a tu entorno por haberte cortado las alas. Y menos si fuiste tú el que tomó la decisión. Vive con dignidad la vida que elegiste, y busca otro modo de cumplir tu sueño o un sueño nuevo.
Sueños tenemos todos, y la mayoría de nosotros no los ve cumplidos, por lo menos su mayoría. Si tienes la suerte de ser afortunado en alguna de tus aspiraciones disfrútala, aprende a ver cómo eres de afortunado, no minimices tus éxitos.
Respecto a las otras personas aprende a vivir con ellos sin esperar nada de nadie. No seas un resentido, eso no lleva a ningún sitio. Es solo una forma de ver la vida en la que todo lo que tienes y que te dan los demás es aceptado como si fuera un regalo. Si los demás tienen responsabilidades contigo que solo tú conoces es fácil que te fallen y cuando no lo hagan no valorarás lo que han hecho por ti. Serás un desagradecido y encima no disfrutarás de lo que tienes.
Lo mejor es vivir tratando de mejorar cada día, con pequeñas metas, buscar nuevos objetivos y aprender a escuchar las emociones, tanto propias como ajenas, para poder vivir de forma más feliz y hacer felices a los que te rodean. Conociendo las emociones a fondo puedes lograr cumplir algunos de tus objetivos de forma más sencilla y satisfactoria. Si siempre quisiste crear una familia feliz, por ejemplo, conocer tus emociones te ayudará y sobretodo lo hará conocer las de los demás ya que podrás enseñarles a todos como gestionarlas de forma óptima. Para conocer tus emociones y las de los demás te recomiendo comprar nuestro libro Cómo convertirte en un maestro de las emociones.