Hoy voy a contarte una historia, es algo que le está pasando a alguien que conozco y que se está planteando seriamente convertirlo, no solo en su modo de vida, sino en su motivo vital. Te contaré la historia de una amiga a quien hace tiempo que no veía y que ha cambiado radicalmente de vida sin cambiar de casa, ni de trabajo, ni siquiera de amigos. Simplemente ha cambiado ella y su modo de entender la vida. Mientras me lo contaba, cómo ha sido su proceso, que os contaré yo hoy, con su permiso, la veía tan distinta de como la he conocido hasta ese día que no me cabía ninguna duda de que el cambio era real.
Hablemos de ella, era una mujer de aquellas que se preocupa constantemente por su imagen, que siempre tenía que estar perfectamente maquillada, seguro que la he puesto como ejemplo de inseguridad en este blog más de una vez. Sin nombrarla, pero teniéndola en la cabeza cuando hablo de que las cosas superficiales que necesitamos tanto solo hablan de nuestras inseguridades. Y una cosa es querer verte con mejor cara, querer pretender que tu mirada se vea más intensa y la otra no poder abrirle la puerta al cartero si vas sin maquillar, no quitarte los tacones ni para estar por casa y retorcerte el maquillaje como mínimo tres veces al día. Qué estrés. Y nunca te ves perfecta. Porque la perfección no existe, por lo menos no cuando la buscas en algo que no puedes ser.
Su comportamiento incluía comprar ropa y bolsos, llevar siempre zapatos muy altos y peinar absolutamente impecable. Pero no era feliz. Yo le recomendé nuestro vídeo curso Cómo ser feliz y disfrutar la vida que siguió con interés y le hizo abrir los ojos ante muchos de los comportamientos que tenía y de las creencias bajo las que vivía.
No ha dejado de maquillarse, no te asustes, ese no es el problema, pero se maquilla, como todas por la mañana y durante el día si es necesario algún ajuste lo corrige, pero no suele serlo, un poco de pinta labios de vez en cuando y listos. Ha dejado de comprar ropa, ha tirado más de la mitad de la ropa que tenía y cuando ha dejado de preocuparse por su aspecto de ese modo enfermizo se ha sentido liberada. Gracias a nuestro curso, analizó que dependía excesivamente de las redes sociales, de los mensajes de chat, de los likes de su cuenta de Instagram. Sentía presión a diario por subir la foto con su modelito, por ir a sitios que poder fotografíar y todo lo que tú te imaginas. Una vida nada natural, que no disfrutaba porque solo vivía para que los demás vieran lo perfecta que era.
Su siguiente abandono o paso fue darse cuenta de que no le iba mal sin tanta ropa, vestirse por las mañanas era mucho más fácil y como se había quedado con la mejor ropa que tenía, la que más le gustaba, la valoraba de una manera especial. Me aseguró que poner la colada, doblar la ropa y guardarla de nuevo ahora era un placer.
Quiso aplicarlo al resto de cosas de su casa y por lo que me ha contado ha estado casi un año vaciándola. En serio, cuando terminó de regalar o vender su ropa empezó a hacer lo mismo con todas las cosas que tenía por casa y que sentía que ya no necesitaría más. Se desprendió del ordenador de mesa y se quedó solo con el portátil, de la tele de su habitación, de un montón de cosas que eran “decorativas” y que en realidad la horrorizaban… Supongo que es una suerte que viva sola, cuando después de charlar un rato en una cafetería me invitó a su casa para ver el efecto… aluciné. Parecía una casa de revista, de esas que ves impecables y que no transmiten la sensación de que viva nadie en ellas. Al principio pensé que no era cálida, que era fría como las casas de las revistas pero me sentí súper bien en ella, mirara donde mirara, cada rincón estaba tan vacío y era tan bonito que, en serio, la sensación de estar allí era similar a cuando estás en plena naturaleza y sientes esa libertad que da el espacio. En su casa ahora hay mucho más espacio y solo tiene cosas que realmente le hacen falta o que son bonitas y le encantan.
Estuve investigando y aunque mi amiga lo había hecho todo de un modo intuitivo, convencida de que tenía que cambiar de vida, después de seguir nuestro vídeo curso, hay una corriente llamada minimalismo que consiste precisamente en eso que ha hecho ella. Desprenderse de todo lo que puedas, quedarte con lo imprescindible y valorar lo que tienes. Si no eres capaz de hacer esto en tu casa, ¿cómo lo vas a hacer con el resto de tu vida?
Le he dado muchas vueltas a este tema, y estoy empezando a ponerlo en práctica. Soy una persona que adora los ambientes cálidos, pero también la sensación de libertad que solo obtienes al aire libre y creo que conseguir que mi casa respire por todas partes significará aliviar esa presión del ambiente que sufrimos sin darnos cuenta. Es un poco espiritual esto, lo sé, pero el cambio de mi amiga es espectacular y yo lo he sentido en su casa.
Ella me cuenta que ahora no compra casi nada, no por ahorrar, aunque esa es la consecuencia, sino porque entiende que no necesita esas cosas para ser feliz, antes compraba y llenaba huecos en su casa para llenarlos en su alma, para compensar la felicidad que no sentía, pero la felicidad está dentro de nosotros, no es algo que te proporcionen las cosas materiales. Entender esto, ha implicado un cambio de vida radical en mi amiga, que nos está contagiando a los que estamos cerca de ella. Y todo, gracias a este video curso que ella siguió en un momento en el que lo tenía todo pero no se sentía feliz. Te lo recomiendo a ti también, puede cambiar tu vida: Cómo ser feliz y disfrutar la vida. Ya me contarás…