Cómo educar las emociones

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Desde que nacemos nos enfrentamos a las emociones, las nuestras y las ajenas. Somos, desde pequeños, favorables a las emociones que nos agradan y nos hacen sentir especiales o nos hacen sentir bien. Pero no nos gusta sentir emociones que nos apartan de los demás o que nos hacen sentir mal. El crecimiento emocional es complejo ya que sentimos cosas que no sabemos expresar con palabras. El niño aprende vocabulario mientras se enfrenta con cosas nuevas. Entre ellas las emociones.

Las emociones son básicas para conocernos a nosotros mismos y tener relación con nuestro entorno. El ser humano es un animal social y para relacionarnos unos con otros es básica la comunicación y la gestión emocional. Las emociones son algo que hay que aprender, hay que entender y saber gestionar. Para ello es básica la comprensión. Forma parte de la educación y la evolución de todo ser humano adquirir conocimiento emocional. Es tarea de los padres o los responsables del niño educarle de forma que adquiera competencias en todos los aspectos de la vida. Entendemos que hay que ofrecer unas normas de comportamiento y de convivencia, que al niño se le enseñará vocabulario para que cada vez se exprese mejor, pero no tenemos en cuenta, en muchas ocasiones, la formación emocional del pequeño.

Decíamos que para un niño es complicado expresar con palabras que no tiene una emoción o un sentimiento que no conoce. Los padres son los que deberían saber interpretar sus emociones y poder explicarle al niño qué está sintiendo o qué puede estar sintiendo en ese momento. El problema llega cuando los padres tampoco son conscientes de las emociones y no tienen una educación emocional correcta o no saben enfrentare y gestionar sus propias emociones. Como la educación es en gran parte por imitación, son los padres los que tienen que educar primero sus emociones y saber gestionarlas para poder predicar, es decir: educar, con el ejemplo. Para ello recomiendo a todo aquel que no sepa gestionar sus emociones de forma correcta leer nuestro ebook Cómo convertirse en un maestro de las emociones.

Con este libro aprenderás a entender, aceptar y dejar marchar tus emociones además de entender cómo funcionan para el resto de personas con lo que podrás provocarlas o ayudarles a gestionarlas. Si no tienes hijos, mejor todavía, estás a tiempo de gestionarlas correctamente y poder educar a otra persona sin las carencias que tenemos muchos adultos a quien han enseñado que los niños no lloran o que hay cosas que es mejor no sentir.

En primer lugar hay que entender qué son las emociones y para qué sirven. Las emociones podrían ser como las señales de tráfico que nos encontramos por el camino cuando conducimos. Si no sabemos lo que significa una señal y no podeos interpretarla no podremos hacer caso de su indicación, por tanto, nos meteremos en una carretera peligrosa, o cortada, o habrá algo inesperado que no teníamos en cuenta a pesar de estar indicado.

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Las emociones, como estas señales de tráfico nos resultan útiles para conocer el camino y para recorrerlo de la mejor forma posible, aunque eso no siempre signifique nos guste tener que hacer caso de la señal. En ocasiones os apetecerá conducir más rápido de lo permitido, pero por hacer caso a una prohibición de velocidad podemos ahorraros un accidente. Las emociones son iguales. Nos indican cosas que no siempre nos gustan, pero están ahí por algo y nos muestran el camino.

En muchas ocasiones se imagina las emociones como un juego de recompensas y castigos. Dependiendo de lo que hagas tendrás una recompensa, es decir una emoción de las que consideramos positivas, o un castigo, una emoción de las que no nos gusta sentir.

Yo no lo veo exactamente así ya que todas las emociones son necesarias, y sobre los castigos hay mucha literatura y no todo el mundo los ve necesarios. Un castigo es algo que ocurre cuando haces las cosas de forma incorrecta o cuando haces algo que no está permitido. Si seguimos hablando de tráfico un castigo serían las multas.

Las emociones no pueden ser vividas como castigos ya que estar triste no es un castigo sino una emoción natural ante determinadas situaciones. Si estamos tristes por algo que hemos hecho mal la solución es hacerlo mejor la próxima vez. Con recibir el castigo no borramos lo que hemos hecho mal, se trata de aprender y sí, para eso también sirven las emociones.

Se tiene que entender que podemos actuar de manera que nos haga sentir mejor y que eso será más fácil si sabemos escuchar nuestras emociones. Si las dominamos y las aceptamos podemos entender más fácilmente que no siempre sentiremos lo que nos gustaría sentir. Pero a cambio podemos mejorar nuestra conducta y la predisposición para las cosas buenas que generan buenas emociones.

El caso es que si como niños no hicimos este aprendizaje correctamente es posible que como adultos no seamos capaces de gestionar nuestras emociones, que suelen ser mucho más complejas que las de los niños. Nos enfrentamos diariamente a un mundo muy duro que no siempre está a la vista de los niños y por supuesto la vida de adulto es dura y compleja. Las emociones juegan un papel importante en todas las relaciones, recuerda lo que dijimos a principio, las emociones sirven para conocernos, conocer el entorno y relacionarnos con los demás.

Para ser un adulto con una gestión correcta de las emociones te recomiendo nuestro libro Cómo convertirse en un maestro de las emociones con el que aprenderás a enfrentarte a ellas de la forma más natural posible y aprenderás cómo controlar las emociones de los demás, algo básico si lo que quieres es ayudar a alguien a educar sus emociones. Educar tus emociones te ayudará a ser más feliz, las emociones tienen un proceso que empieza por reconocerlas, sigue por aceptarlas y termina cuando las dejas marchar. Con este libro aprenderás a no aferrarte a nada y a seguir el camino hasta la próxima señal.

 

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