Aprender a quejarse

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Decíamos en el artículo de ayer que hay que saber diferenciar las cosas importantes de las no importantes. No queremos malgastar energía quejándonos de cosas que no tienen importancia o que por mucho que nos quejemos no tienen solución. La asertividad es una cualidad muy interesante en esta vida, es la que permite aprender a quejarse.

Continuando con el ejemplo del artículo anterior, «Quiero ser más sociable» en el que analizábamos cómo ayudarte a conseguir ser una persona de trato agradable si eres de los que vive permanentemente enfadado con el mundo, hoy vamos a ver en qué consiste la asertividad y cómo aplicarlo a tu vida para vivir más tranquilo y quejarte solo cuando haga falta. Aprender a quejarse es todo un arte, no te vayas a creer. Tanto si eres de los que no se queja nunca por no molestar, como de los que no se calla nada, un buen entreno en asertividad, te ayudará a otorgar a cada situación la importancia necesaria.

Déjame que te recomiende nuestro curso «Cómo ser asertivo«, que trata estos temas con total profundidad.

Es muy positivo que te analices durante unos días. Tanto si eres de los que se quejan por todo como de los que no se quejan.

Si estás en el extremo de los que se pasan analiza qué es lo que te ha molestado y qué has hecho para demostrarlo. Si eres capaz puedes tener en cuenta el tiempo que te ha tomado cada situación. Es decir, cuánto tiempo has perdido discutiendo por este tema y cuánto tiempo más te lo has llevado contigo y has mantenido el enfado. Es posible que ese enfado se haya trasladado a otras situaciones y que todo el día hayas arrastrado ese mal humor y el malestar que te ha provocado la primera situación.

En el caso de que no protestes ante nada, analiza qué situaciones deberían haberte hecho saltar y te has mantenido impasible. Analiza qué pasa contigo después de cada situación en la que te sientes frustrado por no haber sido capaz de decir las cosas.

Cuando te enfadas por todo ves problemas en todas partes. Es súper importante que sepas diferenciar lo que realmente importa de lo que no importa.

Hay cosas por las que merece la pena perder la paciencia y discutir un rato, pero hay otras por las que no merece la pena ni perder un segundo.

Para mi un buen ejemplo de estas situaciones son los problemas que te encuentras a diario cuando conduces. Siempre hay alguien que cambia de carril sin señalizar, o que se salta un stop o que no se para cuando estás en pleno paso de peatones sino que se limita a esquivarte. Todas estas situaciones pueden dar lugar a momentos realmente críticos, accidentes y problemas de los que tardarías en recuperarte. Pero por suerte la mayoría de las veces no ocurre nada.

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Creo que es un gesto inútil enfadarme y llevarme el enfado cuando alguien se salta un stop, por ejemplo. Probablemente ni se ha enterado, hay casos y casos, siempre puedes darle un toque al cláxon para que la otra persona sea consciente de lo que acaba de ocurrir. Pero, ¿qué más quieres?

Hay gente que acelera, adelanta y luego pega un frenazo con su coche. ¿Realmente crees que provocar un accidente es la solución?  Gritar, insultar y quedarse de mal humor al bajar del coche no soluciona el problema. Además, realmente tampoco has tenido un problema.

Lo que hago yo en casos como este es dar las gracias. Buf! vaya suerte he tenido… con lo que podría haberme pasado y de la que me he librado. Eso es un motivo de alegría. Hoy va a ser un buen día. Esta es la prueba.

Hay cosas que no merecen que gastes energía, aprende a darle la importancia necesaria a cada situación.

Lo que voy a decir ahora vale tanto si eres pasivo como agresivo: Ante determinada situación  piensa en las consecuencias que tendrá tu actitud. Si decides quejarte, enfadarte y «montar un número» piensa si la situación que se derivará de todo ello merece realmente la pena. Si eres de los que se calla, piensa si callarte por no molestar no te va a llevar a una situación peor que la que puedas tener cuando te quejas.

Cada tipo de personalidad debe ajustar sus actos y sus consecuencias a cada situación, unos por arriba y otros por abajo, pero todos tenemos que aprender a callar cuando haga falta y a hablar cuando la situación lo requiera.

Aprender a quejarse es básico, tanto si tienes una personalidad pasiva como si estás en el lado opuesto y eres agresivo. Se dice que tienen una actitud pasiva las personas que no son capaces de hacer oír sus opiniones y que parece que no quieran molestar nunca a nadie, no son capaces de decir que no, y si alguien les pisa callan y se someten.

Los agresivos, en cambio, son aquellos que tienen a monopolizar las situaciones con sus propios problemas, que siempre tienen que tener la razón y que anteponen sus necesidades a las de los demás. Pero no solo eso, tienen malas formas a la hora de decir las cosas, siempre son los que parece que van buscando follón en todas partes. Puede que no seas consciente y que en realidad esté muy lejos de tu intención andar buscando follón, pero tu predisposición a enfadarte y a quejarte por todo es lo que consigue.

Por eso es importante analizar de qué nos quejamos, o de qué no nos quejamos, y saber ver dónde deberíamos haber callado o en qué momento es imperdonable que lo hagamos.

Recuerda que es importante no malgastar las energías. Discutiendo y viviendo enfadado gastas mucha energía y generas malas vibraciones. Aunque parezca mentira cuanto más te enfadas más fácil será enfadarte y más difícil será estar contento. Da igual si eres pasivo o agresivo. La frustración de no saber quejarte te hará sentir tan mal como cuando te quejas po todo y solo ves problemas a tu alrededor. La consecuencia de todo ello para ambos tipos de personalidad es la insatisfacción personal.

Aprende a poner cada cosa en su sitio y entrénate en asertividad, para ello te recomiendo que compres nuestro curso «cómo ser asertivo«. Destina tu energía  a otras cosas y no pierdas el tiempo enfadándote o quejándote sin motivo o contigo mismo por no ser capaz de decir las cosas. La asertividad es el punto medio, ni mucho, ni poco. Si eres asertivo serás más equilibrado y conseguirás que los demás te respeten mucho más.

 

2 respuestas a «Aprender a quejarse»

    1. En Inglaterra los dias de buen tiempo son tan escsoas que cuando llegan se aprovechan al maximo y, aunque bien podrian grabarlo, muchos tiran de verlo online (me gustaria ver esas cifras tambien, las de iPlayer) jejejeje

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