Una vez conocí a un hombre llamado Luis Fernando
Era un hombre bueno, grande como persona y sabio por naturaleza. Sin embargo me reforzó una de las peores creencias que se pueden reforzar en este mundo: El odio hacia las mujeres.
Tenía yo 19 años, vivía en Tarragona capital. Cada día me quedaba encerrado en la habitación, sin ir a clase, intentando deshacerme de la sensación de soledad y la necesidad de co-dependencia. Todo mi mundo se había derrumbado en apenas 3 meses, estaba tan derrumbado que no tenía ganas de nada.