¿A cuántos de nosotros nos ha pasado que dependemos de los sentimientos de los demás, especialmente de nuestra pareja, para sentirnos bien, para sentirnos felices, para sentirnos queridos o para creer que la vida sí tiene sentido?
Es inevitable que, en el camino de la vida, deseemos el cariño y el afecto de las demás personas hacia nosotros pero es bueno darse cuenta, con el tiempo, de que más vale la autoestima, el amor que sentimos por nosotros mismos, que el amor que siente nuestra pareja (o las demás personas) hacia nosotros.