Las fantasías sexuales

Vivimos una época en la que se hace alarde de la apertura sexual, de una mayor tolerancia con respecto a los gustos sexuales, no obstante, la vergüenza que se genera alrededor de estos temas es algo común para muchas personas y tan sólo el hecho de querer expresar sus deseos y fantasías sexuales, a menudo, les supone un intenso pudor, un miedo hasta cierto punto comprensible; si tomamos en cuenta que pese a la época actual tan abierta en que supuestamente habitamos, aun no estamos excentos de ser juzgados por personas que presumen de ser dueños de la verdad absoluta, mostrando tan sólo su ignorancia e intolerancia con frases o desplantes humillantes hacia personas, las cuales tienen por único delito el ser y pensar de forma diferente al resto de la población.

Una forma de eliminar esta timidez empieza por auto-explorar las fantasías sexuales: la revelación y aceptación de uno mismo hacia dichos deseos y/o fantasías, en ocasiones el simple hecho de admitir la existencia de éstos es complicada, debido en parte, al condicionamiento moralista que sostiene nuestra cultura.

Muchas veces las cargas religiosas y morales que nos han inculcado nuestros padres, en la escuela, la iglesia, los amigos, etc., pueden ser losas demasiado pesadas y evitan que estemos en contacto pleno con nuestros deseos y fantasías, sobre todo con respecto al sexo, pues nadie nos ha enseñado cómo debemos «pensar, actuar, hablar e imaginar» en cuanto a sexo se refiere.

Para contrarrestar esto, a lo largo de la semana o cuando tengas algo de tiempo puedes dedicar algunos momentos a la tarea de explorar qué ocurre en tu mente cuando fantaseas con respecto al sexo, analiza qué sientes, qué te gustaría hacer y cómo; recuerda que hay una gran diferencia y una brecha importante entre tener una fantasía y llevarla a la acción, es de vital importancia que tengas presente que el iniciarse en el mundo de la exploración de los deseos y fantasías sexuales es algo que debe comenzar contigo mismo. No es necesario que se lo cuentes a nadie, es tu jardín secreto y cuando tú quieras, cuando te sientas preparado podrás compartirlo, si es con tu pareja sería mucho mejor.

Puede que te sorprendas a ti mismo y que reveles elementos importantes o de interés en la comprensión de tu persona; no tienen por qué ser grandes auto-revelaciones, sencillamente juega con tu mente, dedícale tiempo a tus fantasías, no tengas miedo, pues aquello que se realiza en el plano de la imaginación no daña a nadie, por el contrario tener un gran repertorio alimentará tu imaginación, lo cual puede ayudarte mucho en la intimidad, pues no es secreto que para ser un buen amante se necesita de mucha imaginación y más adelante cuando te sientas con la plena seguridad y confianza ya estarás listo para seleccionar las que te gustaría convertir en realidad.

El segundo paso entonces sería compartir estas fantasías con tu pareja, pero… ¿cómo hacerlo, se ofenderá, me juzgará? Cuando no conocemos algo le tememos, el temor es válido pues si no tenemos la costumbre de hablar con nuestra pareja abiertamente de nuestros gustos sexuales, no sabremos que esperar al momento de hacerlo.

Un consejo valioso es que te lo tomes con la más naturalidad posible, piensa esto ¿sí ni con aquella persona con la que comparto mi vida, aquella con la que me complemento, aquella que funde su cuerpo con el mío, sí ni con ella puedo hablar libremente de mi sexualidad y es con ella con la que la comparto, entonces con quién?

Atrévete a dar el paso, entre compartir simplemente sexo y el compartir por completo tu sexualidad y complementarla con el ser amado.