En esta ocasión tocaremos un tema un poco fuera de nuestra temática pero también importante en el sano desarrollo de las emociones, si bien es cierto que el mundo da vueltas cada vez más rápidamente, conflictos bélicos por todas partes, terrorismo, crisis, incluso simples discusiones dentro de la familia o con nuestra pareja, prácticamente todo esto tiene solución, pero existe algo doloroso que no se puede resolver: la muerte de alguien querido.
La desesperación
Ante la pérdida de algún ser querido, todo el mundo sufre la experiencia de la desesperación y de la indefensión; pues es en este terrible momento en el cual nos vemos cara a cara con nuestra propia mortalidad y hacemos consciencia de la fragilidad del ser humano. ¿Qué podemos decirle a alguien que acaba de perder a su esposo, hijo, o a un padre? Las palabras huyen de nuestra mente y aquellas que podamos articular podrán resultar vacías de contenido y para aquella persona en crisis sonaran por demás inoportunas y a veces desacertadas.
En la mayoría de los casos en vez de proferir frases sin sentido, lo mejor es la simpleza de la cercanía, quedarnos en silencio y evitar la confrontación con aquel que está padeciendo tan terrible pérdida. En nuestra sociedad moderna al estar en contacto con tantos desastres naturales, con los conflictos bélicos recientes, continuos accidentes viales y un sin número de tragedias nos hemos estado convirtiendo en una sociedad en pos de noticias amarillistas, en busca de escándalos y fotos sangrientas. Este fenómeno puede familiarizarnos tanto con la muerte que podríamos llegar a perder casi todo tipo de proximidad con la muerte y las personas que están de duelo.
La muerte
La muerte es un hecho que nos incomoda, sobre todo cuando la experimentamos tan cercanamente, nos sentimos tan fuera de lugar y sin pautas de comportamiento que algunos preferimos huir de aquellos que se sienten asolados por la muerte de un familiar que están llorando. Sin embargo, no podemos olvidar que los que están de duelo tienen una enorme necesidad de sentirnos cerca de ellos.
Cuando enfrentamos una situación tan dolorosa no podemos retraernos y vivir esa experiencia de dolor en soledad
Pues si además de la pérdida de un ser amado, nos privamos de la compañía de los demás y de un escape a nuestras palabras que expresen nuestro sentir el dolor se volverá doblemente insoportable.
Lo que ayuda, en el tiempo que dura el duelo, es sentir que alrededor de uno se teje un mundo de relaciones de apoyo de calidad sobre el que poder descansar. Este grupo de apoyo de calidad se les llama «redes de apoyo ó redes sociales» las cuales se fundamenta en su capacidad para estar presente y ser capaz de comprender el sufrimiento que se padece; funcionan cómo un grupo de soporte en el cual podamos compartir nuestras emociones y frustraciones, lo importante es simplemente ser escuchados y tener un lugar en el cuál sentirnos identificados.
El difunto
El mantenernos en el aislamiento agudiza aún más la dificultad del desarrollo normal y necesario del duelo, en el cual debemos ir desde la negación total del hecho hasta su aceptación, pero viviendo todos los procesos intermedios (aislamiento, ira, negociación, depresión) que nadie puede experimentar por nosotros ó sustituir y por el que todo aquél que se enfrente a una perdida tiene que pasar en algún momento de su vida.
Casi siempre en este proceso los gestos son más importantes que las palabras. Cuando no sabe qué decir para consolar a la persona que acaba de perder a un ser querido ó que atraviesa por alguna de las etapas intermedias, si las palabras no nos brotan espontáneas, lo mejor sería el silencio y tan sólo mostrar nuestra cercanía con un gesto, una mirada, un roce de complicidad. Muchas veces tan sólo en contacto físico es un buen bálsamo, no se debe tener miedo a la hora de tocar a la persona que sufre, porque necesita notar nuestro calor.
Algunas veces, por pudor o por no echar sal en la herida, evitamos hablar del difunto, privándonos de transmitir las cosas positivas y la felicidad que ha brindado esa persona que se ha marchado, nuestras palabras de recuerdo ayudan a que su familia pueda anclar al difunto en su corazón, para no perderlo jamás.
La conquista del sentido de la muerte nos obliga a dejar de huir de ella y vivirla cara a cara.
Buen articulo, en este tema los que menos sufren son los fieles creyentes del cristianismo, pues se tiene una creencia de que hay una vida mejor y eterna, pues claro si has vivido correctamente en la Tierra ;)