Foto extraida de Li Gao
Ayer me trasladé definitivamente de piso y todo por un par de compañeros de piso maniáticos en extremo. De los compañeros con los que convivía uno era una pareja de gays.
Cuando yo entré a vivir al piso solo estábamos: la dueña del piso, una chica (que se fue enseguida), el gay y yo. El gay era un chico muy retraído, maniático hasta la médula y con prejuicios. Poco a poco fue manipulando a la dueña del piso.
Un buen día, mientras yo estaba en mi habitación la dueña del piso llamó a mi puerta y me preguntó que si tenía pensado irme del piso porque el novio del gay, al ser un inmigrante ilegal, no tenía papeles ni trabajo y nadie quería alquilarle una habitación. Yo le dije que de momento no iba a irme, y me sentí muy estúpido porque meses antes mi compañero de sargeo y amigo Dante me había propuesto buscarnos un piso. Yo, tonto de mí le dije que no porque no quería dejar tirados a los de mi piso. En este aspecto he sido siempre bastante burro, mirando cara los demás, pero de los fallos se aprende y mucho.