Una de las habilidades sociales que nos parece más desconocida es la asertividad. Se trata de la capacidad para empatizar con los demás pero de saber exponer nuestras emociones, deseos y necesidades de forma no agresiva. No se trata de imponer la voluntad de uno pero sí de saber expresarla y de hacer las cosas conforme nos sintamos cómodos con ellas. Los adolescentes suelen tener mucha vida social, pero en muchas ocasiones se vuelven seres egoístas y maleducados con los que es muy difícil hablar.
De niños pudieron ser fáciles y de repente llega un momento en su vida en que se apartan de los padres y se enfadan con el mundo. Es una fase normal por la que todos hemos pasado, por mucho que nos digan cuando somos niños que la vida es difícil hasta que no te das cuenta por ti mismo no eres absolutamente consciente de ello. La adolescencia es la apertura al mundo exterior y real. Algunos niños han tenido que sufrir más de la cuenta, pero en general nuestra existencia se reduce a un mundo de fantasía hasta que llegamos a la adolescencia.
Es entonces cuando queremos afianzar nuestra personalidad y luchamos con todos y contra todos para lograrlo. La asertividad se pierde muchas veces por el camino, el esfuerzo por lograr ser uno mismo es demasiado grande para darse cuenta de que están siendo egoístas o agresivos. La pasividad es uno de los extremos opuesto a la asertivad. La agresividad es el otro. La asertividad trata de posicionarte en el punto medio de los dos extremos, facilitando la comunicación y la relación con los demás. Puedes escuchar nuestro audio curso cómo ser asertivo para conocerlo todo acerca de la asertividad y ver cómo puedes ayudar a tu hijo a ser más asertivo.
Qué hacer con los hijos adolescentes
En primer lugar trata de entenderle. No hace mucho tú pasaste por eso. Ellos se juzgan a sí mismos, les juzgan en el colegio, pasan cada día bajo la dura mirada del resto de compañeros, solo les faltas tú juzgando, criticando y diciéndoles que no les reconoces. Sí, han cambiado. Nada es para siempre. Todos crecemos y nos convertimos en adultos. Tu hijo está a punto de terminar ese cambio. Negarlo solo te llevará a conseguir enfrentamientos.
Por tanto, si quieres que tu hijo tenga empatía contigo deberás tenerla tú antes con él. A veces nos equivocamos y buscamos en lugares o por caminos incorrectos, pero son ellos los que deben darse cuenta de los errores ya que nadie puede aprender nada por ti. Te pueden enseñar pero aprendes tú solo. La experiencia es algo que se tiene que conseguir, la vida, como muchas otras cosas, te enseña a base de prueba y error. Deja que tus hijos se equivoquen y quédate a su lado para ayudarles a levantarse cuando se caigan.
Sé que es difícil, en primer lugar admitir que ya no te necesitan como antes. Y parece mentira que no hace muchos años era justo lo que soñabas… ¿ya te has olvidado? Cuando son pequeños y nos necesitan a todas horas a menudo tenemos esa sensación de agobio y de ansia de libertad. A tu hijo adolescente le pasa ahora contigo.
Si quieres que tu hijo sea asertivo, lo primero que tienes que hacer es tratarle de forma asertiva. Es decir, esto deberá ser una característica tuya o ellos no tendrán espejo en el que mirarse y no podrán aprender por repetición. Cuando tu hijo se comunique acéptalo y agradece la comunicación, aunque no te gusta lo que oigas. Exigimos que nos hablen y cuando lo hacen les recriminamos lo que nos dicen. Trata de que sus formas sean correctas pero no juzgues su manera de pensar.
La adolescencia es un momento en el que tiemblan los valores que teníamos, que son los que nos han inculcado nuestros padres. Es el momento de crear nuestra propia lista de valores. Confía en tu hijo, probará, se equivocará, pero si la base era buena y sigues a su lado acompañándole en el proceso el resultado será el correcto. Aunque te cueste aceptar el camino.
Déjame insistir en que tienes que aprender a aceptar las decisiones de tus hijos. Si ellos son asertivos y dicen no, tienes que saber aceptar el no. Puedes negociar con ellos, claro está. Pero ten en cuenta que ya no son niños y que sus objetivos son diferentes, puede que ya no puedas ofrecerles nada a cambio.
Cuando eran pequeños les decías que si se portaban bien o entraban en la bañera cuando se negaban, les dejarías ver dibujos animados mientras cenaban… ahora prohibir cosas a tu hijo será un frente de guerra y ofrecer recompensas es muy complicado ya que tienes poco por ofrecer, que él crea que le interesa, claro.
No ofrezcas compensaciones económicas, debes tratar de llegar a acuerdos que les sean útiles para su desarrollo, comprarle no es nunca útil y además cada vez te saldrá más caro. Si por ejemplo el problema que tienes con tu hijo es con las horas de vuelta a casa permítele alargar el tiempo un poco a cambio de que ceda en algo que te importa o preocupa.
Encontrar la manera de negociar y llegar a acuerdos es un buen ejemplo, los gritos, los nervios o no hablar con alguien no son buenos ejemplos. Ellos se vuelven complicados, sí, pero ¿actúas de la mejor forma posible?
En resumen, se trata de ser los primeros en practicar la asertividad, de respetar la individualidad, los cambios y la diferencia de nuestros hijos, de saber acompañarles en el proceso de cambio, están evolucionando.
Si tienes hijos adolescentes deberías mejorar tu asertividad ya mismo, si todavía no han llegado a esa edad ahora es un buen momento para empezar a sentar buenos valores y cambiar tu forma de actuar. Aunque ellos crean que no se quieren parecer a los padres, pasado un tiempo verán cómo sois de parecidos… Eso también es algo que nos ha pasado a todos. Ofrece seguridad y respeto y ellos te respetarán a ti.
Para mejorar tu asertividad y poder enseñarle a tus hijos lo mismo te recomiendo nuestro curso cómo ser asertivo, con el que refrescarás los conocimientos o serás capaz de darle un vuelco a tu forma de relacionarte con los demás. Cuestionarse siempre es bueno, si lo haces con espíritu crítico.