Hoy quiero hablar de un tema que muchas parejas no se plantean o que piensan demasiado tarde. Se trata de los hijos como fuente de conflicto. Sí, los hijos unen, pero también separan a la pareja cuando ven las cosas desde un punto de vista diferente. Lo ideal es pactar y tratar estos asuntos antes de que se den los problemas, pero por si tus hijos son una fuente de conflicto con tu pareja vamos a darte algunos consejos para que la relación de pareja no se vea resentida por culpa de la educación de los hijos.
Los niños desde pequeños aprenden a intentar romper sus límites. Vuestro trabajo como padres es establecer esos límites. Límites en la educación, límites en la comida, la higiene, los horarios… Hay una serie de cosas que le permites y otras que no. Y en algunas que no permites puedes ser flexible pero en otras no. Me explico. Puedes dejar que se acueste un poco más tarde pero no vas a permitir que juegue con un cuchillo. Por tanto hay límites que son franquebles y otros que no.
No solo buscan romper sus límites sino que lo intentan en todas partes o con todos los adultos. Pronto se dan cuenta que hay cosas que pueden hacer con los abuelos y con los padres no, por ejemplo. Y escuchamos frases como: los abuelos los malcrían, es que a su padre le toman el pelo…
Para que este tipo de situaciones no suponga un problema con la pareja se tiene que ir siempre a la una. Es decir, estar de acuerdo en lo que se va a hacer, los límites que se van a poner y actuar exactamente igual uno y otro con los niños. De este modo nunca van a conseguir nada de su madre que no consigan de su padre ni al revés.
No ir a la una en la educación de los niños comporta problemas como el chantaje emocional: “tú eres malo, mamá sí que me deja hacerlo”. Con lo que uno de los dos se va a sentir mal y se va a enfadar con el otro por ser demasiado permisivo o por no haber cumplido con el pacto que tenían.
Para esto es imprescindible poner los límites antes de que sean necesarios. Hablar cada cosa que se tiene que decidir y tomar decisiones firmes, los dos por igual.
A veces tendrás que aceptar la opinión de tu pareja y a veces tu pareja tendrá que hacer las cosas a tu manera. El caso es que sea lo que sea lo que decidáis, lleguéis a un acuerdo entre vosotros antes de decírselo al niño y que seáis firmes en vuestras decisiones. Ellos, los niños, jugarán a intentar romper los límites y jugarán a conseguirlo por uno de los lados. No vale eso de “habla con tu padre”. Tu opinión vale lo mismo que la de su madre o la de su padre. Si los dos sabéis lo que tenéis que hacer y sois firmes el niño no tendrá opción.
Esto es algo que se ve muy habitualmente en las parejas separadas. Ella no quiere que el niño tenga teléfono móvil pero vuelve a su casa después de pasar un fin de semana con su padre, con un teléfono móvil. Y entonces llegamos a aquello de: en mi casa no, en la de tu padre haces lo que quieras.
Instrucciones contradictorias. Los niños necesitan firmeza. Y con esto no me refiero a pegarles, ni mucho menos, ¡por favor! Simplemente se trata de ser firmes en nuestras decisiones. Si nunca les dejas andar descalzos no lo hagas un día. Vuelvo a decir que hay cosas que se pueden tomar como excepciones y hacer de ellas una ocasión especial, pero sabiendo que es una ocasión especial.
Si las decisiones con los hijos no son un problema entre la pareja no lo serán tampoco entre padres e hijos, los dos tendrán la misma opinión, y aunque no sea así, la habrán consensuado previamente y los dos actuarán como si la opinión fuera suya. Repito que en algunas cosas tendrá que ceder uno y en otras el otro.
Otro tema que hay que tener en cuenta es que las discusiones por culpa de los niños, bueno, las discusiones en general, se tienen que tener en privado. Los niños no tienen que conocer vuestros problemas y mucho menos los diferentes puntos de vista que tiene cada uno de vosotros respecto a su educación, sino será cuando intente encontrar el agujero del límite usando los argumentos justos para convencer al que no estaba tan convencido. No puedes cambiar de opinión sin haberlo consensuado con tu pareja. Esto es básico. Cuando tomáis una decisión, se convierte en una decisión de los dos y se defiende sin importar de quien era la idea.
Este punto es importante porque a menudo la familias intervienen en las decisiones de los niños. Una suegra eligiendo el colegio, una abuela impidiendo que el niño se vaya de campamento… Si vais a la una en la educación del niño, frente a él, os resultará más fácil hacer lo mismo delante de la familia. No tienes que dar explicaciones a tu madre de por qué habéis elegido un colegio que era el que prefería tu pareja. Es una decisión de pareja, y como tal se trata. Como si la pareja fuera una sola persona y no hubiera dos opiniones detrás. El debate se lleva en privado y una vez llegado a un acuerdo, el debate se olvida.
Lo mejor es hacer esto desde el principio, antes incluso de tener hijos. Cuando una pareja toma una decisión la comenta en conjunto a la familia. Por ejemplo: nos vamos a vivir juntos. En lugar de decir, mamá no me caso porque él prefiere que vivamos juntos. Si desde el primer día aprendemos a trabajar en equipo cuando lleguen los hijos será mucho más fácil ya estaremos acostumbrados a ceder y a negociar. Los hijos comportan diferentes puntos de vista, cada uno de los padres viene de una familia diferente y con referentes distintos, es un momento en el que se choca bastante, por tanto, lo mejor es tener establecido el trabajo en equipo de forma previa.
la orientacion es interesante, por que muchas veces en pareja no la afrontamos.