La asertividad no siempre es bien entendida

© Rasmus Larsen

Muchas personas dicen lo que piensan. Algunas lo hacen de forma asertiva. Aún y así, las personas sinceras no son comprendidas por la gran mayoría de la gente porque no resultan cómodas. Alguien que te dice siempre la verdad, aunque no quiera herirte en algún momento te dirá una cosa que no estás preparado para escuchar. Lo habitual, lo más infantil e inmaduro es contestar atacando por lo que la persona sincera suele salir malherida de su acto de sinceridad. Ser asertivo implica aceptar estos giros que tienen las cosas. A menudo hace falta dar algo de tiempo a la otra persona para que recapacite y sea capaz de escucharnos de nuevo.

Para ser asertivo hace falta tener claro que uno no tiene la culpa de los complejos de los demás y que no siempre seremos capaces de detectarlos para no herirles. A veces hace falta herir a los demás para ayudarles ya que si nadie les dice la verdad puede que nunca se den cuenta de su verdadero problema. Pero eso es cosa de la persona que se ofende y hoy quiero hablar de aceptar la asertividad hasta las últimas consecuencias.

Cuántas veces alguien nos ha preguntado si estamos enfadados. Tenemos dos opciones contestar que sí y exponer nuestros motivos o contestar que no y esperar a que se nos pase. Una persona asertiva no lo duda y hace lo primero. Aunque sea un proyecto de persona asertiva entiende que contestar la verdad es lo que tiene que hacer. Pero no siempre somos capaces de exponer nuestros sentimientos sin ofender a los demás, así que un buen entrenamiento en asertividad y unas buenas pautas a seguir te ayudarán para que lo consigas la gran mayoría de las veces. Echa un ojo a nuestro curso Cómo ser asertivo en el que aprenderás lo que te falta para practicar la asertividad de forma perfecta. Si sientes que ser sincero no es tu problema sino la forma en que tienes de decir las cosas, más razón para seguir este curso, lo que te hace falta es asertividad.

La asertividad consiste en ser sincero, en poder decir lo que te pasa cuando te pasa. Sobre todo cuando alguien te pregunta. Pero ojo, eso es un arma de doble filo. Las personas sinceras creen que si alguien les pregunta es porque tiene interés en conocer la respuesta pero eso no es así. Muchas veces preguntamos por cumplir un trámite, porque toca hacerlo y cuanto menos respondas mejor. También se trata de aprender a esquivar estas situaciones. Si prevés que tu respuesta va a generar un conflicto y ni te va ni te viene pues abstente de contestar.

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Es decir, la importancia de la sinceridad dependerá de la importancia de tu reacción. Si alguien por la calle te pregunta si huele mal y así es, para qué vas a entrar en esa discusión, no vas a decirle: sí, apestas. Porque vas a generar un conflicto que ni te va ni te viene. Si la persona está preocupada realmente tal vez podrías considerar esa respuesta y darla de forma delicada. Sin duda has tenido un día agotador… por ejemplo.

Otras veces te encuentras, siguiendo el mismo ejemplo, con que tienes la necesidad de decirle a un compañero de trabajo, que se duche más a menudo y que use desodorante. Que trabajar junto a él no es fácil, que huele a sudor o a pies… pues eso no es fácil para nadie y si esa persona va así probablemente es que no se haya dado cuenta y cuando sea consciente de su problema lo primero que sentirá es vergüenza y rechazo a quien le está dando la noticia.

Por tanto la asertividad es necesaria pero no siempre es bien recibida ni bien entendida. Tenemos que aprender a ser lo más correctos posible para que no puedan quedar dudas de nuestra intención no bélica y totalmente pacífica para que no quede ningún rastro o posibilidad de malinterpretación. Elegir bien nuestras palabras, el momento y el tono en el que decimos las cosas. No siempre será una garantía pero tienes que tener en cuenta que no todos estamos preparados para que alguien sea sincero con nosotros mismos. Aunque hayamos preguntado.

Por ello recomiendo un buen entrenamiento en asertividad, mucha práctica y mucha mano izquierda para aprender a darle la vuelta a las situaciones que son negativas pero que no podemos evitar. Si hablamos de forma clara pero correcta, si dejamos claro que solo hablamos de lo que nos afecta a nosotros sin meternos en juicios de valor ni querer hablar por los demás nadie tiene derecho a enfadarse. Es posible que algunos, los que son más agresivos, respondan a la defensiva ya que no les gusta tu respuesta pero nadie puede enfadarse por lo que sientes. Como mucho preocuparse si eso que sientes es causado por ellos.

Pero en lugar de preocuparse y tratar de mejorar la situación muchas personas como decía se ponen a la defensiva y contestan atacando. Es la única forma que conocen de hacer las cosas y no puedes enfadarte o dejar de ser asertivo por este tipo de respuestas. Piensa que puede que no siempre que hayas tratado de ser asertivo lo has conseguido o lo has hecho a la perfección, acepta cuando te dicen que tu tono es agresivo o que las palabras que usas son ofensivas. Trata de mejorar practicando hasta que consigas decir las cosas de modo que no molesten a nadie. Una buena forma de demostrar que no estás enfadado es usar el sentido del humor. Cuando haces bromas sobre algo la otra persona entiende que no estás enfadado y por ello acepta lo que dices de mejor grado.

Pruébalo y combina asertividad con buen humor y algo de gracia y verás que, aunque no siempre es bien entendida, la mayoría de personas no se enfadan cuando les dices las cosas. Para aprenderlo todo sobre la asertividad te recomiendo nuestro curso Cómo ser asertivo en el que a través de ejemplos y ejercicios podrás practicar y mejorar día a día.

 

Una respuesta a «La asertividad no siempre es bien entendida»

  1. ahora, comprendo lo k sicnifica realmente, es como le ablas a las demas personas y ser sincero con tigo y con los demas, grasias , no era realmente ser frio como pense

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