En el artículo anterior vimos la diferencia entre ser inteligente y ser creativo. La diferencia es bastante drástica y ambas nos pueden afectar en modos distintos. Primero la inteligencia, la que nos hace sacar buenas calificaciones en el colegio, escuela, universidad, etc. Es sólo la capacidad que tiene nuestro cerebro de analizar y resolver los problemas a partir de los conocimientos ya aprendidos. Esos conocimientos que entraron en nuestro mundo interior por medio de los sentidos, primero pasaron por los filtros y luego los interpretamos a nuestra manera según ellos.
Esa es la inteligencia, sólo dar solución a algo que ya está predestinado, a algo que sólo es aplicar un simple algoritmo y ¡Zas! problema resuelto.
¿Es la creatividad igual que la inteligencia?
Si nos dimos cuenta que la inteligencia es sólo aplicar una fórmula a algo para solucionarlo, la creatividad es romper todos esos paradigmas que nos han venido inculcando desde pequeños, es revolucionar lo ya existido, es destruir para construir algo nunca antes visto, es darle evolución a algo que nunca ha tenido un futuro.
La creatividad influye en nuestro cerebro de tal manera que nos hace olvidar nuestras malditas limitaciones, olvidamos que lo «imposible» no existe, que podemos alcanzar todo aquello que con la inteligencia veíamos inalcanzable. La creatividad es lo que nos hace vivir como humanos que somos, quien se ha logrado proyectar hacia esta iniciativa tendrá un gozo eterno.
La creatividad depende de nuestro estado de ánimo
Por eso están los razgos afectivos. Son los sentimientos internos que permiten liberar nuestra mente para dejar escapar con suavidad todas esas ideas innovadoras, revolucionarias y auténticas.
Razgos afectivos
Autoestima: como su nombre indica, es el cariño y amor que se tiene la persona a si misma. Es la capacidad que tiene el ser humano de sentirse orgulloso, de luchar por lo que quiere sólo por que le divierte y no por satisfacer a alguien más. Esto hace que evite depender de otras personas.
En la creatividad la autoestima es importante para tener el ánimo de intentar y fracasar; para no depender ciegamente de lo que otros piensan, dicen y hacen. Las personas de muy baja autoestima son conformistas y algunas inteligentes.
Norman Vincent
La dificultad de la persona común y corriente es que no confía lo bastante en sí misma para crear y expresar sus ideas.
Soltura, libertad: evitar razonamientos lógicos y dejarse guiar por la libre expresión. A un amigo que se quejaba de su escasa creatividad, Schiller le aconsejaba quitar de la conciencia el portero de la razón lógica, para dejar irrumpir libremente las ideas. El creador de buena categoría conserva algo de niño: el sentido lúdico de la vida.
Pasión: es el compromiso que tienes y el entusiasmo de lucha. Para ser creador hay que ser capaz de entusiasmarse, comprometerse y luchar; hay que gozar de bastante energía vital y de espíritu juvenil más allá de la tiranía de las leyes biológicas.
Audacia: es la capacidad de afrontar los riesgos. El creador, por definición, se atreve a apartarse de los caminos conocidos. Necesita una buena dosis de rebeldía, de descontento constructivo y de valor, porque desataría la hostilidad de los que disfrutan del status quo, es decir, de los conformistas y acomodados en el sistema.
Profundidad: es la facilidad de ir más allá de la superficie y sumirse en profundas reflexiones.
Rasgos volitivos
La división más radical que cabe hacer en la humanidad, consiste en dos clases de criaturas: las que se exigen mucho y acumulan sobre sí mismas dificultades y deberes, y las que no exigen nada especial, sino que para ellas vivir es ser en cada instante los que ya son sin esfuerzo de perfección sobre si mismas; boyas que van a la deriva.
Ortega y Gasset.
Tenacidad: implica constancia, esfuerzo, disciplina, trabajo arduo y lucha.
El genio es una larga paciencia. Nuestra mayor debilidad consiste en siempre intentar una vez más. Thomas A. Edison
A William Shockley, premio nóbel en 1956 por la invención del transistor, sus amigos y compañeros de trabajo le decían que su artefacto debía llamarse «persistor».
Al creador le es preciso combinar la audacia para formular hipótesis novedosas y atrevidas, con la paciencia ante las reacciones adversas de la gente afectada por el trabajo mismo.
Tolerancia a la frustación: el hombre creativo debe saber resistir la ambigüedad y la definición; debe saber vivir en tensión, porque el material que maneja es ambiguo, evasivo e imprevisible.
Capacidad de decisión: la misma naturaleza de los problemas creativos exige saber moverse y definirse en condiciones de incertidumbre, oscuridad y riesgos.
La creatividad no tiene edad.
Quien se esperara a conquistar primero un alto grado de madurez para ponerse a crear, viviría una ilusión lastimosa; porque los años de la vida corren y se esfuman, y cuando menos se piensa ya es tarde y las manos aún están vacías.
Los estudios, sobre todo de H. C. Lehman y J. P. Guilford, nos revelan que el florecer se produce en edades tempranas, impresionantemente tempranas.
Quienes cultivaron y desarrollaron su creatividad a temprana edad, logran conservarla viva hasta el ocaso.
La creatividad no espera; es un tren que pasa frente a nosotros en los albores de la vida y que si no lo abordamos se nos puede escapar para siempre.
Me siento muy identificado y especial al leer estas líneas, porque amo el arte, o mejor dicho, la creatividad, me siento de puta madre cuando de repente, se me ocurre un buen parrafo para mi libro, o cuando consigo un buen dibujo de la nada en el photoshop. La creatividad nos hace sentir especiales, originales, de puta madre. Me alegro de ver algunas pautas, pero creo que te ha faltado poner algo, y es que la creatividad puede llegar de la forma mas misteriosa e inesperada, sin que nosotros hagamos nada, incluso si no cumplimos con esas pautas. Eso sí, si no estamos preparados, no sabremos aprovecharla. Como dice mi padre, la suerte no existe, es una combinación de preparación + oportunidad. un abrazo compañero
Es verdad lo de la autoestima.. si no no tienes creabilidad