Gritar demasiado

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Hoy quiero hablar de algo que mucha gente hace pero no siempre le preocupa, dicen que son así que cuando se enfadan gritan y que es su forma de ser. Muchos ni siquiera lo reconocen, les pides que te hablen sin gritar y te dicen que no están gritando. Hoy vamos a ver qué hacer si tu problema es gritar demasiado.

Lo primero, como siempre, es ser consciente del problema, reconocerlo y saber cuando y cómo se manifiesta. Generalmente los gritos se presentan siempre en situaciones similares y tienen un desencadenante, un disparador, aunque no seas consciente de ello.

Una buena solución para dejar de gritar es la empatía y la asertividad, para ello necesitarás plena consciencia de tus actos y de las emociones que estos generan, es decir: tu comportamiento, ¿cómo hace sentir a los demás? La empatía es lo que mejor te irá para averiguar este punto, pero sin duda la solución para no gritar más es que tengas un comportamiento asertivo. Si te preguntas qué es la asertividad, te lo podemos responder todo y ayudarte a convertirte en una persona con estas características en nuestro audio curso Cómo ser asertivo

Pero vamos, allá, analizaremos en primer lugar las razones de que gritemos y después veremos si los gritos son necesarios, si lo son siempre o si es bueno evitarlos en determinadas situaciones.

Por qué gritamos

Para demostrar alegría

La sorpresa y la alegría se manifiestan habitualmente en forma de grito. Nos exaltamos y después hablamos más rápido y más fuerte de lo normal. La alegría es algo que solemos manifestar de forma más fuerte y un buen recurso es gritar.

Por dolor

Cuando algo nos duele, la respuesta más habitual es un grito, este grito es liberador, no se puede controlar. Pero lo malo es que el grito aumenta el dolor, seguro que lo has comprobado en alguna ocasión, te das un golpe, con la sorpresa del choque y el primer dolor gritas, después cuando te sigue doliendo lo que tienes que hacer es controlar esos gritos, respirar y relajarte pues los gritos aumentan el dolor. ¿Verdad?

Para liberar los nervios o las emociones

Solemos gritar como forma de liberar emociones, los nervios, el miedo, el grito suele ayudarnos a relajarnos y a liberar el estrés.

Para hacernos escuchar

Cuando tenemos la sensación de que no nos escuchan o cuando queremos que se nos oiga por encima de los demás es cuando gritamos. A veces es necesario pues en el entorno hay mucho ruido, pero no es a este tipo de gritos a los que me refiero sino a aquellos que proferimos cuando consideramos que tenemos más razón que la otra persona y gritamos para hacernos oír, queremos imponer nuestra opinión por encima de las demás.

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Para enfrentarse a otros

Los gritos también sirven para intimidar. Como decía en el punto anterior los gritos sirven para hacernos oír, pero también para imponer nuestra opinión, es una forma de ejercer la fuerza, y por tanto la violencia sobre otros. A veces gritamos simplemente para imponernos, para atemorizar a otros y para que nos “respeten”. Aunque el respeto no se gana con el miedo. Te temen, no te respetan, no es lo mismo.

¿Son buenos los gritos?

Generalmente gritar es liberador. Lo hacemos en las montañas rusas, cuando nos sorprenden o cuando tenemos un orgasmo. Gritar libera emociones contenidas y suele ser síntoma de alegría extrema.

El problema es cuando gritas por alguna de las razones que no tienen que ver con la alegría o con la sorpresa o el miedo. Cuando gritamos para liberar emociones suele ser cuando necesitamos hacernos oír por encima de todo, cuando no encontramos otro recurso para expresar lo que sentimos y creemos que gritando podremos liberar esa sensación tan desagradable que tenemos dentro.

Gritar en este caso no es liberador. El grito genera mucha más ira, se autoalimenta y cada vez nos sentimos peor ya que el enfado va en aumento. ¿Recuerdas el punto en el que decía que gritamos por dolor y que el dolor se controlaba dejando de gritar? Con esto pasa lo mismo. Cuando gritas le envías al cerebro mensajes sobre la situación en la que estás, el cerebro entiende que el grito responde a una situación muy grave, si no, no estarías gritando de esta manera, por eso el dolor no para, porque al gritar el cerebro sigue interpretando el dolor agudo. En cambio, cuando dejas de gritar y te relajas puedes controlar el dolor de otra forma. Pues con la ira pasa lo mismo que con el dolor, a más gritos más ira y a más ira, más gritos.

Además, cuando pasa este momento puede que te sientas muy mal por lo que has hecho y dicho, si no te sientes mal es que no eres consciente del problema que supone para ti y los demás lo que haces.
Piensa si te gustaría que alguien te gritara como lo haces tú. Aunque tengas toda la razón del mundo para quejarte, ¿no preferirías que te lo dijeran de otra manera?

Los demás también.

Gritar es la forma habitual de comunicarse de muchas personas, veo constantemente hijos que gritan y padres que contestan gritando más que ellos: “a mí no me grites”. Están pidiendo algo con el ejemplo contrario. Además, exigen un respeto que ellos no dan. Está claro que siempre hay que respetar a los padres y que como padre tienes la obligación de conseguir que tus hijos te traten con educación y respeto, pero el respeto hay que ganárselo y gritando y haciendo saber a un niño que tú sí le puedes gritar le hace sentir que merece menos respeto que tú.

La asertividad es algo que puedes enseñar a tus hijos con tu actitud, si no quieres que griten, no lo hagas tú, ni siquiera cuando te enfades con ellos, o mostrarás con el ejemplo justo lo que quieres evitar, a parte de minar su autoestima haciéndole creer que merece menos que tú.

La asertividad la puedes practicar y perfeccionar en nuestro audio curso Cómo ser asertivo que puedes llevarte a todas partes. Es súper práctico, no solo para dejar de gritar sino para todas tus relaciones y conversaciones.

 

2 respuestas a «Gritar demasiado»

  1. Generalmente gritar es liberador. Lo hacemos en las montañas rusas, cuando nos sorprenden o cuando tenemos un orgasmo. Gritar libera emociones contenidas y suele ser síntoma de alegría extrema.

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