Hoy iniciamos una serie de artículos que espero que os sean útiles para cumplir con vuestro objetivo: la asertividad. Es decir, ser una persona más asertiva, tener un comportamiento asertivo. Vamos a empezar definiendo lo más sencillamente posible qué es la asertividad. El comportamiento asertivo consiste en dar a conocer tu punto de vista y hacer que los demás sepan cómo te sientes ante un conflicto sin molestar a la otra persona, es decir: sin ser agresivo.
Muchas personas leyendo esto creerán que tienen un comportamiento asertivo ya que son especialistas en evitar conflictos. El modo de muchas personas de evitar los confrontamientos y los conflictos es pasivo ya que eluden sus sentimientos y se callan por no provocar una situación incómoda. Puede que opten por conseguir que otra persona solucione sus problemas, aún y sin ser conscientes de ello. Muchas personas cuentan lo que sienten a otras que saben que no van a poder callarse ante esa situación, que la harán suya y pelearán por ello. Es por eso que suele haber un cabecilla en las reuniones de padres, de trabajadores, de amigos… Hay alguien con capacidad especial para afrontar discusiones, pues los demás van y le cuentan lo que les pasa esperando que ese otro haga algo.
Eso no es ser asertivo. Eso es agachar la cabeza o esconderla debajo de la tierra como hacen los avestruces. Y eso no soluciona tus problemas, ni siquiera te esconde, aunque lo creas. Por ello te recomiendo nuestra guía definitiva para aumentar tu comportamiento asertivo y poder dejar de ser una persona pasiva o dejar la agresividad de lado. Compra nuestro audio curso Cómo ser asertivo, en el que lo entenderás fácil y podrás aplicarlo a tu día a día gracias a ejemplos y ejercicios.
Dicho esto y ahora que ya sabes en qué consiste la asertividad, tu objetivo debe ser conseguir ser lo más asertivo posible. Te librarás de dolores de cabeza, físicos y emocionales. De muchas patologías que tiene el cuerpo y que son la manifestación de las emociones reprimidas. Sentir que siempre tienes que callarte o todo lo contrario, estar siempre a la greña con todo el mundo también hace que tu corazón se dispare, que tengas taquicardias, ansiedad… No es bueno para el cuerpo ni la mente ni una cosa ni la otra.
Tu objetivo debe ser el camino intermedio, la asertividad. El comportamiento agresivo sólo te llevará a ponerte ansioso, nervioso, a vivir enfadado con el mundo y a tener mala relación con los demás. Por un lado, siempre encontrarás personas que se enfrenten a ti del mismo modo y por tanto generarán discusiones de alto voltaje, con gritos o frases ofensivas.
Por otro lado, las personas que no responden con agresividad tienden a evitar los encontronazos con quien consideran agresivos, te temerán o no querrán relacionarse contigo. Hablarán mal de ti y siempre que digas algo, aunque sea de forma correcta la gente lo interpretará del modo agresivo con el que sueles actuar. Ser agresivo solo te hace quedar solo y tener malas relaciones con los demás. A parte del mal rato que pasas tú mismo cada vez que te sientes tan indignado por algo que tienes que protestar de la peor de las maneras.
Las personas que se comportan de forma pasiva también sufren las consecuencias. Al final nadie valora tus necesidades, ni siquiera tú mismo. Si no, te defenderías. No luchas porque no crees que tengas capacidad de ganar o tal vez porque creas que no mereces que tus sentimientos tengan especial protagonismo. La mayoría de gente pasiva no tiene la sensación de no tener seguridad en sí misma ni la autoestima baja, pero el caso es que se ningunean a ellos mismos hasta llegar a convencerse de que no merece la pena protestar. Callan y aceptan. O dicen que sí para no pelear y luego hacen lo que les parece.
Muchas personas que tienen una actitud pasiva sienten que son manipulados ya que los demás acaban consiguiendo de ellos lo que quieren. Eso lleva a una gran frustración, rencor hacia uno mismo y hacia los demás, que no te respetan.
La asertividad enseña que el primero que tiene que respetarse es uno mismo y que quien tiene que poner los límites con los demás es uno mismo. Si no somos capaces de conocer nuestros propios limites y de mostrárselos a los demás ellos no van a respetarlos.
Tal vez lo primero que tendrías que entender es cuándo hay que ser asertivo. El truco está en pensar cuando algo te molesta o te preocupa, no te hace sentir cómodo o piensas que eso lo tienes que ver con más calma, o que no quieres responder bajo presión… Ante estas situaciones unos responden de forma agresiva, enfadándose y mostrando oposición mientras que otros se callan y creen que igual no tendrían que estar enfadados o no pasa nada. En ese momento es cuando hay que ser asertivo. La asertividad es comunicación. Y comunicamos de forma verbal y de forma no verbal.
Tanto lo que decimos como la forma en la que lo hacemos son básicas en una comunicación asertiva. No sirve de nada comportarse de forma asertiva si nuestro mensaje no es claro, no es correcto o es ofensivo. Se tienen que cumplir las normas de no ofender, dejar claro lo que sentimos y mostrar signos de comprensión del otro. La negociación es imprescindible.
En próximos artículos veremos algunas pautas de conducta asertiva para que puedas empezarlas a practicar, pero te recomiendo nuestro audiocurso, que está pensado y diseñado para cambiar tu conducta a una conducta asertiva y para hacerte entender en qué consiste a la vez que lo vas añadiendo a tu forma de ser y de actuar. La conducta asertiva tiene una parte verbal y una parte de lenguaje no verbal, así la posición de tu cuerpo, de la cara, tus gestos, la mirada, el tono de voz… todo es determinante para que tu conducta sea considerada asertiva. Para aprender y controlar cómo te comportas te recomiendo Cómo ser asertivo.