Hemos hablado a lo largo de varios artículos de distintas emociones tóxicas. Debemos tener claro que las emociones son totalmente normales y necesarias. Todas tienen un significado y ocurren por algún motivo. El hecho de no saber digerir estas emociones nos lleva a no poder librarnos de ellas de una forma sana. En ocasiones, estas emociones terminan presentándose en forma de depresión. Hoy voy a contarte cómo reconocer que estas deprimido.
Como decía en el párrafo anterior es básico saber reconocer las emociones, saber qué hacer con ellas en el momento en que se presentan. Muchas personas no saben tratarlas adecuadamente y por ello las emociones toman caminos diversos, todos ellos dolorosos.
Para saber cómo enfrentarse a cada emoción, qué hacer con ella, primero es básico saber reconocerla. Únicamente si sabemos reconocer las emociones sabremos cómo tratarlas. Tenemos que ser capaces de identificarlas, sentirlas, aceptarlas y permitir que sigan su camino, es decir: que se vayan. Para ello te recomiendo nuestro ebook Cómo convertirse en un maestro de las emociones, con el que lo aprenderás todo sobre ellas y entenderás sus mecanismos y por tanto cómo gestionarlas o provocar emociones positivas en los demás.
A menudo no somos capaces de enfrentarnos a nuestras emociones. Las sentimos, las vivimos, pero no somos capaces de observarlas, aceptarlas y dejar que se vayan. Muchas personas se quedan ancladas en un sentimiento, en una emoción y no la sueltan pase lo que pase. Otras, en cambio, lo que hacen es ignorarlas, tal vez las sienten, pero brevemente y no se permiten vivirlas intensamente. Una emoción hay que vivirla intensamente, pero por poco tiempo. Cada uno tiene sus necesidades pero la tristeza no puede durar siempre, ni tampoco la rabia, el enfado, la frustración…
Hay personas que se niegan a sentir todo eso. Que, como se dice habitualmente, se lo echan a la espalda. Cada vez cargan una mochila con más peso y aunque no se den cuenta eso les impide avanzar. No es que sean felices y vayan por la vida como si nada, llevan ese peso, les cuesta, los demás lo ven pero ellos no son conscientes.
Normalmente llega un día en que la mochila nos detiene. O que frenamos en seco y la mochila, como en los dibujos animados, sale disparada de nuestra espalda y se cae ante nosotros. Ya es tan grande que no podemos saltarla, ni rodearla. Simplemente nos hemos quedado estancados. Y es cuando sentimos eso de «ya no puedo más».
Y de repente todo se nos hace un mundo y sin saberlo empezamos a sacar las cosas de la mochila, pero no para tirarlas, para tenerlas más a mano. Y recordamos todos los fracasos que hemos vivido y nos castigamos por ello y los vivimos de nuevo. Pensamos que lo que nos ocurre es totalmente nuestra culpa, delante de nosotros tenemos una inmensa mochila llena de hechos que lo demuestran.
Y se nos escapan las ganas de vivir. La alegría, la ilusión, la energía ya no están. Todo nos parece complicado y solo tenemos ganas de llorar y de compadecernos. Sentimos que todo nos pasa a nosotros, que nos pasan cosas mucho peores que al resto de la gente y que de alguna manera los astros parecen haberse unido para mandarnos mala suerte, o algo parecido.
Así pues, sí quieres saber cómo reconocer que estás deprimido, si con estas líneas no lo ves del todo claro vamos a tratar de exponer algunos puntos el los que coinciden la mayoría de personas que sufren una depresión.
Falta de apetito:
La apatía es la tónica general en la vida de una persona depresiva. Simplemente no le apetece nada. No tiene ni siquiera hambre. Y mucho menos ganas de preparar comidas o de salir a la calle a comprar algo para comer. Si viven solos pueden pasar horas sin comer nada, tal vez tomando café con leche o infusiones, que le harán detener la sensación de hambre. Cuando ya no pueden más comen cualquier cosa, como decía evitan tener que cocinar. Por supuesto después les dará mucha pereza tener que recoger la cocina y probablemente no lo hagan.
Si no lo hacen es posible que eso les haga sentir muy mal ya que el desorden les pone nerviosos. Hay gente que ordenará de forma compulsiva, mientras que otros no van a molestarse hasta que no sea imprescindible. Si no hay platos limpios ya limpiarán un par para pasar el día.
En general las personas deprimidas presentan mal aspecto y pierden peso. La falta de apetito es uno de los principales síntomas.
Todo les pasa a ellos:
Además todo lo ven o blanco o negro. Son radicales. Sienten que tienen tan mala suerte que todo les está pasando de repente o que llevan una racha demasiado larga o que han ocurrido demasiadas cosas malas en su vida. El caso es que sienten que son peores que los demás, a quienes a pesar de pasar cosas malas, no se les juntan todas.
Además tienen a pensar de forma egocéntrica. Si hay un corrillo en la calle piensan que hablan mal de ellos. Si alguien les pregunta cómo van pensarán que lo hacen para después poder reírse de ellos o ir con charlatanería a otro lado.
Apatía y culpabilidad:
Las personas deprimidas se sienten víctimas de las circunstancias pero no hacen nada por cambiarlas. La apatía es la tónica general y es algo que ni se plantean. No ven una salida a la situación. Además se sienten culpables de estar causando problemas a las personas de su alrededor y muchas veces sin ser conscientes de ellos transmiten esa carga a quienes las rodean.
Es fácil que una persona deprimida les diga a sus amigos, que no quiere quedar ni ver a nadie, que no se siente una buena compañía. De este modo ya se ha puesto en el papel de víctima pero a la vez deja una carga sobre el tejado o la mochila de las otras personas: si no es buena compañía tal vez deberían ayudarla. Eso al principio es fácil, lo intentas, pero cuando la otra persona lleva mucho tiempo así y no hay modo de que abandone la empatía y deje de culparse y castigarse, es más difícil.
Entonces las personas depresivas sienten más apatía y mucha más culpabilidad. Si queda alguien a su lado cuidándola se sentirán culpables de haber encerrado a esa persona. Si se ha ido todo el mundo se sentirán culpables por haberse quedado solos y a la vez enfadados con todos aquellos que no te apoyan en los momentos malos.
Pero cuando los momentos malos se acumulan y no somos capaces de aceptar nuestras emociones y dejar que transiten y sigan su camino es cuando se convierten en tóxicas y nos agarran desde dentro impidiéndonos vivir.
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