El miedo es el más claro sinónimo del temor, este es una emoción que señala el intenso sentimiento habitualmente desagradable.
El miedo es provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o hasta puede ser el simple hecho de algo pasado, y en este caso se produzca un efecto rebote.
Este sentir es una emoción primaria que parte de la repulsión natural que nace en nuestro cuerpo o mente hacia el riesgo o la amenaza.
El miedo se manifiesta tanto en los animales como en los seres humanos, simplemente hay que ser un ser para que pueda florecer en cualquier momento sin tiempo, o mejor dicho, sin avisar.
Esta emoción, sentimiento o sensación parte de diferentes niveles, según como podamos llegar a sentirlo y dependiendo del cuándo, el dónde y el cómo. Esta escala de niveles del miedo tiene un principio y un fin. La máxima expresión del miedo es el terror.
Aún con todo ello, este es un estado afectivo, emocional y necesario para la correcta adaptación de nuestro organismo al medio que provoca angustia en nuestra propia persona.
El miedo también puede ser producto de algo aprendido. Este en sí es una respuesta innata que se da sin aprendizaje previo y uno de sus objetivos es la protección ante lo que todavía no está o tenemos aprendido.
Esto quiere decir que ciertamente los niños al nacer tienen una serie de recursos y reflejos que salen a relucir para protegerse de infinitos factores, cuando se sienten amenazados o atemorizados.
A lo largo del proceso de crecimiento y desarrollo del niño irán apareciendo diferentes tipos de miedos y característicos a ciertas edades, muchos de ellos por los desconocido, que los padres en este caso son un empuje para reconocer y ayudar a superar para hacer de eso parte del proceso de aprendizaje y maduración.
Tipos de miedo
Existen diferentes clases de miedos, dependiendo de muchos factores. Entre ellos se sitúan:
* Los miedos que son considerados normales, ya que entran dentro del proceso de desarrollo.
* También están los miedos que son innatos, como por el ejemplo el del niño recién nacido.
* El aprendido también formaría parte dentro de los tipos, y sería muy importante ya que es el que se marca y se graba después de una experiencia o vivencia negativa.
La fobia podría estar clasificada como un miedo irracional, obsesivo y angustioso hacia y ante determinadas situaciones, cosas o personas. En diversas ocasiones los miedos aprendidos pueden convertirse en fobias.
Podríamos nombrar y clasificar el miedo patológico, que es aquel que se repite con frecuencia en un infante; persiste hasta después de una edad considerada razonable y cuyas manifestaciones son muy intensas.
Las consecuencias de: El Miedo
Dependiendo del nivel, como anteriormente he comentado, o del estado en que sintamos ese miedo, o cómo lo sentimos, se nos va manifestando en nosotros mismos y podemos llegar a tener diversas consecuencias por ello.
Sus primeros niveles serían de inseguridad hacia todo lo que no es claro y podría dañar la personalidad de cualquiera de nosotros.
Esta emoción genera ansiedad y en diversas ocasiones la ansiedad se puede convertir en crónica. La persona se muestra temblorosa, inquieta, mal humor, malestar,…
También otras de las enfermedades que podrían ser producidas a lo largo de estos síntomas podría ser una hiperactividad crónica. Como consecuencia de ello aparecen múltiples síntomas como: palpitaciones, angustia, hiperventilación, sensación de ahogo, debilidad, vómitos, diarrea, escalofríos, …
La cuestión es poner los pies encima y sobre la tierra, abrir los ojos y ser consciente o consecuente de lo que es realmente realidad… Para poder llegar a afrontar el miedo.